Lo que comenzó como una estrategia para absorber el voto de la extrema derecha bajo el paraguas del Partido Popular ha terminado en un giro inesperado: Alberto Núñez Feijóo no ha logrado arrastrar a Vox hacia posiciones moderadas, sino que, según observadores políticos, ha acabado acercando su propio discurso y propuestas al ideario ultraconservador.
El intento del líder del PP de atraer a los votantes más radicales sin perder el centro ha fracasado en el terreno práctico y simbólico. En lugar de consolidarse como referente de una derecha amplia y moderada, Feijóo ha asumido parte del lenguaje y las prioridades de la extrema derecha, diluyendo las fronteras entre ambas fuerzas.
Analistas apuntan a que esta estrategia no solo refuerza a Vox, que mantiene su identidad sin concesiones, sino que también debilita la narrativa del PP como partido de Estado. “No es lo mismo llevar a la extrema derecha a tu terreno que terminar yendo tú al suyo”, señalan fuentes cercanas a la dirección del partido.
El fenómeno no es nuevo en Europa, donde formaciones tradicionales han experimentado dilemas similares frente al ascenso de la ultraderecha. En el caso español, sin embargo, la apuesta de Feijóo parece haber desdibujado el proyecto del PP, atrapado entre el intento de competir con Vox y la presión de sus sectores más centristas.
A medida que se aproximan las próximas citas electorales, la incógnita sigue siendo si esta aproximación a posiciones más radicales será rentable en las urnas o si, por el contrario, erosionará aún más el espacio político tradicional de los populares.
