El reciente escándalo relacionado con el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro ha provocado movimientos estratégicos dentro de Vox, que busca aprovechar la situación para presentarse como la única alternativa al “bipartidismo corrupto” de PP y PSOE.
Aunque el caso tomó inicialmente por sorpresa a la formación de Santiago Abascal, centrada en su discurso contra la inmigración irregular y la “inseguridad en las calles”, el partido ha girado rápidamente su mensaje para incorporar el caso Montoro como ejemplo de los excesos de la clase política tradicional.
Desde Vox consideran que tanto el Partido Popular como el Partido Socialista comparten responsabilidades en lo que describen como “décadas de saqueo y desprecio a los ciudadanos”. Por ello, han intensificado su retórica contra el “régimen del 78” y sus figuras, entre las que ahora incluyen a Montoro.
El objetivo de esta maniobra es reforzar su perfil como fuerza antisistema y canalizar el descontento de una parte del electorado que, aunque conservador, se muestra desencantado con las principales formaciones tradicionales.
Analistas políticos señalan que este cambio discursivo evidencia la voluntad de Vox de ampliar su base más allá de su núcleo duro, aprovechando escándalos ajenos para ganar terreno sin asumir costes políticos propios.
