Con la llegada de las elecciones el espacio de confort político se altera y empuja a rediseñar nuevas estrategias que permita a sus moradores mantenerse en el poder mientras el cuerpo aguante. Vivas lleva 22, y con aspiración de otros 4 más, resultarían 26.
Una visita al extrarradio muestra la magnitud del grado de desigualdad existente. La idea de hacer en 4 años lo que no se hizo en 22 resulta difícil de creer. Ceuta y Melilla vienen liderando desde hace años el ranking de ciudades con peor calidad de vida.
La lista electoral del PP ceutí es de circunstancias y de pobre tirón en puestos que exigen carisma y poder de empuje. La denuncia de Susana Román contra la número 3 de la lista del PP ceutí ha sacudido el clima de paz de esta candidatura, a la vez que enturbia el horizonte penal de algunos de sus miembros.
La inclusión de algunos ciudadanos de confesión musulmana hace el efecto de un remiendo más que de una apuesta seria y decidida, tanto como que refleja claramente la intención de atraer el voto de dicho colectivo más que de una clara vocación hacia la pluralidad de integración de ciudadanos de diversas religiones que simbolice esa multiculturalidad de la que tanto se habla y que no es tan cierta como intentan presentar.
En el PSOE ceutí otro tanto de lo mismo. La inclusión de algunos ciudadanos musulmanes intenta transmitir la faz de un partido abierto y diverso que, sin embargo, se desdibuja ante sus líneas rojas, las mismas que sostiene su principal contrincante.
Pero en esta espiral de hipocresía electoral, no solo son protagonistas aquellos partidos con opciones de alcanzar el poder. También hay que reseñar el perfil de algunos personajes del colectivo musulmán, y que siendo los mismos repitiéndose en distintos escenarios, no dudan en acudir y aplaudir tanto mítines del PP como del PSOE, como si no pasara nada. Tanto monta, monta tanto.
En ese carril de la indigencia, los de Luna Blanca con su parcheado y superfluo marketing de benefactores sociales, y los de Al Idrissi y su manida acción cultural, se llevan la palma, aunque muy rezagado no anda el que se presenta como delegado de la CIE en Ceuta. La CIE, un entramado de amiguetes cuyo cuento dura más de 30 años y sin que se conozca aporte social de ningún tipo. Y ahí siguen, recibiendo dinero del Estado y sin beneficios para la comunidad que afirman representar; menos aún, para la sociedad en general. Son estos cabecillas los que han impulsado la percepción general de que una gran mayoría de musulmanes únicamente buscan sacarle los cuartos al Estado.
Nunca ha sido fácil nadar entre dos aguas, pero cuando en su chapoteo están en juego las subvenciones económicas el valor se multiplica y envalentona a quienes buscan redimirse ante sus propias carencias. Son organizaciones que, a pesar del mucho dinero que perciben, no ponen a disposición del ciudadano una mínima ventana digital que permita conocer sus actividades reales; menos aún, qué hacen con todo ese dinero que les llega, llueva o truene. Es el dinero y no otra cosa lo que mueve este tipo de norias asociativas sin identidad y sin criterio democrático de ningún tipo. Ahí permanecen y así se suceden a sí mismos año tras año y sin legitimidad electoral de ningún tipo.
Mientras, entre tanto trueque silencioso y jolgorio electoral, una inmensa mayoría de ceutíes empiezan a convencerse de que tendrán que hacer hueco en sus vidas a la incertidumbre como invitada de larga estancia, a la vez que una de sus preocupaciones más serias, y sin que ningún político haya entrado en el fondo de esta cuestión.
El PSOE ceutí hace el efecto de un laberinto que se traga a sus propios hijos. La abrupta marcha de Hernández y la rendición de Liazid han contaminado el clima de un partido que no alcanza a comprenderse a sí mismo. La burbuja de Liazid rompió tras su fallida conquista de la Plaza de los Reyes. Un atrevimiento que activó su destierro y final. Lo de Hernández exige labor esotérica. En el recuerdo permanece la ausencia de sus líderes cuando el entierro del bueno de Abdelkader, que tanto luchó y que en su final no mereció una mínima despedida. Es el PSOE de Ceuta, el que olvida a quienes le sirven y promueven en circuitos sociales de difícil cobertura.
El PSOE y su líder en Ceuta no dicen ni palabra sobre la tan aclamada aduana comercial. Ya nada queda de aquella ciudad del futuro color de rosa y del paraíso de jauja en que se convertiría Ceuta. Gutiérrez tampoco se pronuncia sobre un mínimo vital consensuado con Marruecos hacia la consecución de un régimen de viajeros que permita el paso de un simple paquete de galletas. Entre tanto silencio, se prodiga en los barrios de mayoría musulmana, convencido de que es una baza a tener en cuenta. Su afirmación de que fue el PSOE quien concedió derechos civiles a los musulmanes ceutíes aumenta su precariedad como líder, a la vez que hace flaco favor a la historia, así como que el patetismo de su declaración.
Por otro lado, el posicionamiento de Vivas y de Gutiérrez en defensa de que se mantenga la exigencia de visado a los ciudadanos marroquíes, hunde aún más las perspectivas de futuro de una ciudad inmersa en una crisis económica sin precedentes en su historia, a la vez que contradice el espíritu del Gobierno de Sánchez, convencido de que unas buenas relaciones con Marruecos son vitales para la seguridad y el progreso de España. Estos dos líderes son un freno silencioso para que la ciudad avance y participe en el hinterland que la rodea.
Ante todo ese panorama, algunos candidatos de confesión musulmana pretenden abstraerse de su responsabilidad ante las realidades que impulsan partidos como PSOE y sus socios, como si la ignorancia y el desconocimiento les eximieran de rendir cuentas ante sus propias conciencias.
Pretenden ser ajenos a leyes como la Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de las personas LGTBI, cuando despliega una serie de medidas en el ámbito educativo conducentes a divulgar las distintas realidades sexo-afectivas y familiares, prestando especial atención a las personas trans e intersexuales. Ley que debe ser acatada y respetada, pero que a su vez exige valoración y análisis por los posibles efectos que podría causar en el seno de las familias musulmanas. En este sentido, los candidatos musulmanes son partícipes ausentes por no ofrecer una mínima opinión sobre una cuestión tan importante para esa porción de la sociedad que les ha proveído de perfil identitario, siendo éste, en definitiva, el elemento impulsor que les ha permitido ser elegidos por el partido político de turno para ocupar puesto en su lista electoral.
Esa misma ley garantiza la autodeterminación de género, es decir, permite que cualquier persona a partir de los 16 años de edad tenga libertad de cambio de nombre y sexo. Una vez más, los candidatos musulmanes tampoco tienen opinión sobre esto. En realidad, no tienen opinión sobre ninguna cuestión relevante salvo las que tengan que ver con apuntalar sus ingresos, presentes y futuros.
Participar en una lista electoral y aplaudir en un mitin tiene más enjundia de la que parece. No es cualquier cosa. Y la tradición manda que si se acude a un mitin es porque se comparte cierta afinidad con los postulados de ese partido. Esta secuencia es propia del acto en sí, y se está desnaturalizando de una manera vergonzosa por estos representantes de asociaciones musulmanas que no dudan en acudir tanto a reuniones del PP como a las del PSOE.
Está claro que su único objetivo es mantener las subvenciones que perciben y asegurar las encomiendas que puedan llegar en un futuro, como es el caso del tanatorio musulmán. Un pelotazo con el que sueñan algunos, ya sea por lo que implica la cesión del terreno o por la pretendida gestión del mismo. Algo parecido sucedió en Madrid, pero el Gobierno madrileño se percató de la jugada y enderezó el asunto, así poniéndoles en su sitio https://elhalal.opennemas.com/articulo/entrevistas/que-debe-cambiar-es-enfoque-interlocucion/20221213184702005146.html. Los musulmanes de Ceuta no quieren ese tanatorio que llega modulado bajo los intereses del gestor funerario socialista y el insaciable satélite blanco.
Es hora de hacer campaña por una sociedad en la que se haga sitio a lo secular. Una sociedad en la que todos los ciudadanos sean libres de practicar su fe, cambiarla o renegar de ella. Es el momento de promover un laicismo inteligente como el garante más seguro de la libertad religiosa y el mejor medio para fomentar una sociedad justa y abierta, en la que personas de todas las religiones y de ninguna puedan convivir como ciudadanos iguales.
Es tiempo de acabar con tantos privilegios religiosos que en nada son útiles a la sociedad. Privilegios que se alzan desafiantes por sentirse privilegiados debido a sus creencias, y que en el fondo no son tales, ya que su anhelo y único motor existencial es el dinero.
A la sociedad la benefician quienes piensan en ella y así lo demuestran con propuestas coherentes y realizables. Un iftar y una simple taza de sopa en cada Ramadán no deberían salir tan caros a los ciudadanos de bien.