El presidente ruso, Vladímir Putin, ha criticado duramente la reciente ofensiva de Estados Unidos contra Irán, calificándola de “acto de agresión injustificado”. Sin embargo, en su declaración no anunció ningún tipo de ayuda militar o asistencia directa a Teherán, a pesar de las crecientes presiones internas para que Rusia se implique más activamente en apoyo a su aliado.
Voces influyentes dentro de los sectores más belicistas del Kremlin exigen que Moscú respalde a Irán del mismo modo en que Washington ha respaldado a Ucrania en el conflicto con Rusia. Estos sectores consideran que una respuesta contundente sería una señal de fuerza geopolítica frente a Occidente.
No obstante, Putin se ha mostrado cauto. Según fuentes cercanas al Kremlin, el mandatario no quiere tensar aún más la relación con el expresidente Donald Trump, quien se perfila nuevamente como una figura central en la política estadounidense y con quien Putin mantiene un canal diplomático relativamente abierto.
La posición del Kremlin refleja un delicado equilibrio entre la lealtad estratégica hacia Irán y la intención de evitar una escalada directa con Estados Unidos, especialmente en un momento de incertidumbre política global.
