El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el jueves que su administración comenzará a implementar acciones terrestres para combatir a los presuntos narcotraficantes venezolanos. En una intervención virtual ante miembros de las fuerzas armadas, el mandatario subrayó que el enfoque de los traficantes ha cambiado, ya que han reducido sus actividades marítimas, dirigiéndose ahora hacia rutas terrestres.
Trump afirmó: «Probablemente han notado que la gente ya no quiere entregar droga por mar, y vamos a empezar a detenerlos también por tierra. Por tierra es más fácil, y eso comenzará muy pronto». Aunque el presidente no proporcionó detalles sobre las medidas específicas que se tomarán, su llamado abunda en la creciente preocupación del gobierno estadounidense respecto a la actividad del narcotráfico que vinculan con Venezuela.
La intervención de Trump coincide con un aumento en los ataques en el Caribe y el Pacífico, donde las fuerzas estadounidenses han realizado operaciones que han resultando en la eliminación de más de 80 personas y la destrucción de al menos 20 embarcaciones vinculadas a las redes de narcotráfico, la mayoría de las cuales provienen de Venezuela desde el 1 de septiembre.
Además, el mandatario hizo hincapié en que ya había advertido a los grupos criminales acerca de las repercusiones de sus acciones, afirmando que «les dijimos que dejaran de enviar veneno a nuestro país». Tales declaraciones reflejan la postura firme de la administración Trump hacia el narcotráfico y su conexión con el régimen de Nicolás Maduro, considerado por Washington como el líder de un cartel de este tipo.
Esta escalada en la retórica de Trump se suma a la tensión en la relación entre Estados Unidos y Venezuela, donde el gobierno de Maduro ha señalado que el país está en una «coyuntura decisiva para su existencia» debido a las crecientes amenazas externas. Mientras que Trump se muestra dispuesto a dialogar con el mandatario venezolano con el fin de «salvar vidas», las maniobras militares en la región apuntan a un aumento en la presión.
A medida que las tensiones aumentan, varias aerolíneas han optado por suspender sus vuelos en el espacio aéreo venezolano, sugiriendo un posible conflicto inminente. La decisión ha provocado descontento entre las autoridades venezolanas, que advierten a las aerolíneas que deben retomar sus operaciones o enfrentar la pérdida de sus licencias.
Por otro lado, desde el 16 de noviembre, Estados Unidos ha desplegado el USS Gerald R. Ford, su portaaviones más grande, en el Caribe. Este movimiento militar ha sido interpretado como un acto provocador, sumado a otras naves que incluyen cinco destructores y dos cruceros lanzamisiles, formando la mayor concentración de fuerzas navales de EE.UU. en décadas en esta región.
La comunidad internacional observa con preocupación la situación, mientras Maduro opina sobre la posibilidad de un derramamiento de sangre si la presión norteamericana continua. Con cada declaración y movimiento militar, ambos líderes intensifican la retórica que podría llevar a un conflicto que altere no solo la estabilidad de Venezuela, sino también la de toda América Latina.















