Los Acuerdos de Dayton, firmados el 21 de noviembre de 1995 en la base aérea de Wright-Patterson, marcaron el final de un conflicto devastador en Europa. Después de la desintegración de Yugoslavia, Bosnia y Herzegovina declaró su independencia, lo que desató tensiones étnicas que culminaron en un enfrentamiento sangriento entre bosnios musulmanes, serbobosnios y bosnio-croatas.
Francisco José Gan Pampols, exjefe de operaciones de la ONU en Bosnia, subraya que las minorías en la región disfrutaron de cierto grado de estabilidad bajo imperios pasados. Sin embargo, con la caída de Yugoslavia, estallaron las tensiones nacionalistas, exacerbadas por diferencias religiosas.
La guerra fue sombría, con episodios trágicos como el asedio de Sarajevo y el genocidio de Srebrenica, que dejó más de 8.000 muertos. A lo largo de casi cuatro años, aproximadamente 100.000 personas murieron y casi dos millones fueron desplazadas, mientras que aún hay 31.000 desaparecidos en la actualidad.
Gervasio Sánchez, periodista y autor del libro «Desaparecidos», destaca los avances en la identificación de víctimas, a pesar de los intentos de los radicales serbios por entorpecer las investigaciones. Las tecnologías modernas han permitido un progreso en la búsqueda de la verdad sobre los crímenes de guerra, aunque la herida sigue abierta en la sociedad bosnia.
En el trasfondo de este conflicto, las fuerzas serbias intentaron anexionar territorios, creando una ‘Gran Serbia’. Ante esto, Croacia apoyó a las fuerzas bosnias, lo que llevó a una alianza que eventualmente se rompería cuando surgieron disputas territoriales entre croatas y bosnios.
La intervención de la OTAN en 1994 fue decisiva, debilitando las posiciones serbias y llevando a la aceptación de los Acuerdos de Paz de Dayton en 1995, que, aunque logró detener la violencia, también congeló un sistema político que pronto demostraría ser problemático.
A pesar de los esfuerzos iniciales por reconstruir Bosnia, muchas de las instituciones permanecen estancadas, y la economía sigue siendo débil. La juventud emigra en busca de mejores oportunidades, dejando a la nación luchando por encontrar un camino hacia el progreso.
Treinta años después, Bosnia sigue atrapada entre la inercia política y una sociedad civil dinámica. La crisis actual, exacerbada por la guerra en Ucrania y otros factores geopolíticos, vuelve a recordar a la nación los peligros que enfrenta. La paz, aunque frágil, se mantiene, pero los lazos comunitarios son todavía vulnerables.










