Los líderes de la Unión Europea se reúnen este jueves en Bruselas para abordar la creciente necesidad financiera de Ucrania, que, según cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI), podría requerir entre 114.000 y 160.000 millones de euros en los próximos tres años para sostener su defensa frente a la ofensiva rusa.
Un tema central de la cumbre será el uso de los activos rusos congelados, que actualmente ascienden a 185.000 millones de euros y que podrían servir para financiar el esfuerzo ucraniano sin que los contribuyentes europeos tengan que asumir la factura. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha propuesto estructurar un préstamo para la reparación, gestionado a través del Banco Central Europeo, que Ucrania devolvería una vez que Rusia sufrague los costes de reconstrucción.
Sin embargo, la idea genera dudas. El primer ministro belga, Bart de Wever, ha expresado preocupación por las posibles represalias de Moscú y los riesgos legales derivados de la “confiscación” de estos fondos, dado que Euroclear, la compañía que gestiona gran parte de estos activos, tiene su sede en Bélgica. Por su parte, el BCE no se ha mostrado completamente convencido sobre la viabilidad del plan.
Los diplomáticos europeos señalan que hay varios asuntos pendientes: definir garantías de los Estados miembros, evaluar riesgos de responsabilidad internacional y decidir en qué tipo de material se invertirá el dinero, priorizando armamento europeo pero sin limitarse estrictamente a la producción local, dado que algunas tecnologías críticas no se pueden fabricar rápidamente en el continente.
El objetivo de Bruselas es que los fondos puedan empezar a llegar a Ucrania en el segundo trimestre de 2026, aunque la complejidad del plan y la necesidad de un acuerdo político entre todos los Estados miembros podrían retrasar su implementación.