La inflación continúa erosionando el poder adquisitivo de los hogares en España. Desde 2020, el Índice de Precios al Consumo (IPC) acumula un aumento del 22,1%, lo que equivale a una subida media anual del 4,4%. En ese mismo periodo, los salarios han crecido notablemente menos, lo que se traduce en una pérdida real de capacidad de compra para los trabajadores.
De acuerdo con la Estadística de Convenios Colectivos del Ministerio de Trabajo, los sueldos han aumentado un 16,7% en términos acumulados durante los últimos cinco años, casi cinco puntos por debajo del encarecimiento de los precios. Esto implica que, aunque muchos empleados han visto mejorar sus nóminas, hoy disponen de menos poder adquisitivo que en 2020.
Además, este dato salarial es una media que solo tiene en cuenta a los trabajadores cubiertos por convenios colectivos, por lo que no refleja la situación de quienes no han recibido ninguna actualización salarial, para los que el impacto de la inflación ha sido aún mayor.
El incremento general del 22,1% también oculta importantes diferencias entre productos. Bienes básicos como los alimentos o la electricidad han registrado subidas muy superiores, afectando con mayor intensidad a los hogares con menos recursos, que destinan una mayor parte de sus ingresos a estos gastos esenciales. Según los últimos datos desglosados por el INE hasta 2024, los alimentos acumulan un encarecimiento del 34,6%, lo que explica la percepción social de una inflación más elevada.
En diciembre, la inflación se moderó una décima, pasando del 3% al 2,9%, lo que deja una media anual del 2,7%. Sin embargo, este descenso ha sido muy limitado y confirma la desaceleración del proceso de reducción de precios.
El repunte inflacionista comenzó en 2021, cuando la recuperación de la demanda tras la pandemia fue mucho más rápida que la capacidad productiva, elevando los precios un 3,1%. La situación se agravó en 2022 con la invasión de Ucrania, que disparó los costes energéticos y llevó la inflación media al 8,4%, alcanzando niveles no vistos desde los años ochenta.
Desde entonces, la inflación ha ido moderándose: un 3,5% en 2023, un 2,8% en 2024 y un 2,7% este año. No obstante, aunque el ritmo de subida sea menor, los precios siguen aumentando y el encarecimiento se acumula año tras año.
España, entre los países que más se alejan del objetivo del BCE
A pesar de que durante los momentos más duros de la crisis inflacionista España mantuvo tasas relativamente contenidas gracias a su menor dependencia energética y al peso de las renovables, en el último ejercicio se ha convertido en una de las grandes economías europeas con mayor inflación.
Mientras Alemania registra una inflación media del 2,3%, Italia del 1,7% y Francia apenas del 0,9%, España se sitúa por encima de la media europea. De hecho, junto con Alemania, es uno de los países que más se desvían del objetivo del 2% marcado por el Banco Central Europeo (BCE), según reconoce el propio Ministerio de Economía.
Menos margen para ahorrar
La pérdida de poder adquisitivo también está afectando al ahorro de los hogares. En el tercer trimestre del año, la tasa de ahorro se situó en el 12% de la renta disponible bruta, lo que equivale a 11.084 millones de euros. Esta cifra supone una décima menos que el trimestre anterior y 1,1 puntos menos que hace un año, según el INE.
Con cuatro trimestres consecutivos a la baja, el ahorro familiar sigue reduciéndose, reflejando el impacto sostenido de la inflación en la economía doméstica.
















