La resolución respaldada por Estados Unidos legitima de facto la soberanía marroquí sobre la excolonia española y refuerza el legado político de Mohamed VI.
El reinado de Mohamed VI vive un momento de euforia diplomática tras la reciente resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que reconoce que una autonomía bajo soberanía marroquí “podría constituir una solución viable” al conflicto del Sáhara Occidental. El texto, promovido con el impulso de Washington, consagra en la práctica el control que Rabat ejerce sobre la mayor parte del territorio desde hace casi medio siglo.
El paso representa una victoria histórica para el monarca alauí, que consolida así uno de los pilares de su reinado: el reconocimiento internacional de la marroquinidad del Sáhara. En las calles de Rabat y Casablanca, miles de marroquíes celebraron la decisión de la ONU como una “reparación histórica” y un espaldarazo a la estrategia del reino.

El respaldo estadounidense: de Trump a Biden
El origen de este giro se remonta a diciembre de 2020, cuando Donald Trump, en los últimos días de su mandato, anunció que Estados Unidos reconocía la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. A cambio, Rabat se comprometió a normalizar sus relaciones diplomáticas con Israel dentro de los llamados Acuerdos de Abraham.
Pese a que la administración de Joe Biden no revirtió aquel reconocimiento, se mantuvo una política de perfil bajo sobre el conflicto. Sin embargo, el retorno de Trump al poder y su influencia en la diplomacia estadounidense han reactivado el apoyo pleno a Rabat. La nueva resolución del Consejo de Seguridad es, según analistas internacionales, la confirmación de esa línea continuista y un golpe casi definitivo a las aspiraciones de autodeterminación del pueblo saharaui.
España y Europa giran hacia Rabat
El viraje de Washington encontró eco en Europa. En 2022, el Gobierno español modificó su postura histórica al calificar el plan de autonomía marroquí como “la base más seria y creíble” para resolver el conflicto, lo que supuso un cambio radical respecto a décadas de neutralidad. Francia, el Reino Unido y varios países africanos siguieron el mismo camino, abriendo consulados en El Aaiún y Dajla como muestra de respaldo diplomático.
Este alineamiento europeo responde tanto a razones geopolíticas —la estabilidad del Magreb frente al avance del yihadismo en el Sahel— como económicas: el Sáhara Occidental es rico en fosfatos, hierro, hidrocarburos y recursos pesqueros, elementos clave para las inversiones internacionales.
La gran apuesta de Mohamed VI
Para Mohamed VI, asegurar la soberanía sobre el Sáhara Occidental constituye la “gran causa nacional”, heredada de su padre Hasán II. En el 50º aniversario de la Marcha Verde, el monarca ha preferido no pronunciar un discurso conmemorativo, consciente de que la efeméride llega en un momento de triunfo político.
Estados Unidos ha pasado a ser el primer inversor extranjero en Marruecos, con presencia creciente en los proyectos energéticos y logísticos del territorio saharaui. El “nuevo Dorado”, como lo describen algunos medios, se ha convertido en el símbolo de la expansión económica y diplomática del reino.
Mientras tanto, el Frente Polisario, respaldado por Argelia, denuncia la resolución como “una traición más del sistema internacional” y advierte de que seguirá reclamando el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.




