La cumbre del G-20 de ministros de Finanzas y jefes de bancos centrales se desarrolla esta semana bajo la sombra de una creciente incertidumbre económica global, exacerbada por la política arancelaria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La ausencia de altos funcionarios estadounidenses en la reunión refuerza la preocupación sobre el repliegue de Washington en la cooperación multilateral.
Los aranceles del 10% impuestos por Trump a todas las importaciones chinas y la amenaza de extender estos gravámenes a socios comerciales clave como México, Canadá y la Unión Europea han generado tensiones que dominan las discusiones en la cumbre. La incertidumbre sobre el futuro del comercio global se agrava con la decisión del secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, de no asistir a la reunión, siguiendo el ejemplo del secretario de Estado, Marco Rubio, quien también se ausentó de la reciente cumbre de ministros de Asuntos Exteriores del G-20 en Johannesburgo.
El impacto de estas decisiones se siente más allá del ámbito diplomático. Los mercados han reaccionado con volatilidad: el precio del oro alcanzó un máximo histórico, reflejando la búsqueda de refugio seguro por parte de los inversores, mientras que los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años han caído a su nivel más bajo en dos meses. La incertidumbre también afecta a los socios comerciales de EE.UU., que buscan estrategias para mitigar los posibles daños económicos derivados de una escalada arancelaria.
Coacción económica y liderazgo en juego
La decisión de Bessent de no asistir a la cumbre no se ha presentado como un boicot, pero su ausencia refuerza la percepción de que EE.UU. está priorizando asuntos internos sobre su liderazgo en la economía global. «Es un temblor y no un terremoto», señaló Josh Lipsky, director senior del Centro de GeoEconomía del Consejo Atlántico en Washington. «Pero es un temblor que suscita muchas preocupaciones».
En paralelo, la postura de Trump sobre el comercio y la diplomacia global ha generado un vacío que potencias como China buscan llenar. La ausencia de EE.UU. en foros multilaterales brinda a Pekín una oportunidad única para consolidar su influencia, según Alicia García Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico de Natixis SA y miembro del think tank Bruegel.
Resistencia internacional y respuestas unilaterales
Los líderes europeos y de otras economías avanzadas han manifestado su preocupación por el retorno al unilateralismo. En la reciente cumbre de ministros de Asuntos Exteriores del G-20, la jefa de la diplomacia de la UE, Kaja Kallas, reafirmó el compromiso de Europa con el multilateralismo. Sin embargo, en materia de comercio, muchos países han optado por estrategias individuales para negociar con Washington, conscientes de que un enfrentamiento directo podría tener consecuencias económicas significativas.
La incertidumbre en torno a la política comercial de Trump también ha motivado una reacción en México y Canadá, cuyos funcionarios han estado centrados en proteger la integración de la economía norteamericana ante la amenaza de aranceles del 25% a sus exportaciones a EE.UU. a partir del 4 de marzo.
«Es un presidente que tendrá un gran impacto en todas las reglas del comercio internacional», comentó Luis de la Calle, consultor y exsubsecretario de Negociaciones Comerciales Internacionales de México. «El riesgo de Donald Trump es la tentación de volver al unilateralismo. El problema es que el unilateralismo no funciona».
Con un panorama económico global en constante cambio, la reunión del G-20 en Ciudad del Cabo se desarrolla en un clima de tensión e incertidumbre. A medida que las naciones buscan estrategias para mitigar los efectos de una posible guerra comercial, el futuro del comercio internacional y el liderazgo económico de EE.UU. siguen en juego.
