Hay palabras que parecen estar condenadas a la incomprensión desde el momento en que se las nombra, provocando reacciones de rechazo tan pasionales como incomprensibles. Me refiero a la palabra feminismo y a todo el debate que su uso, o más bien su mal uso provoca. Y digo esto porque según la RAE feminismo no es sino el principio de la igualdad de derechos de la mujer y el hombre, pero para ciertas mentes parece más bien la lucha de las mujeres por la supremacía y control femenino sobre la totalidad de los hombres, cosa que por otra parte podría traer muchos beneficios a la humanidad, pero dejemos esta idea que ya bastante tenemos….
Así que urge cambiar la concepción de ese feminismo mal entendido para poder, por un lado hacer justicia semántica con esta palabra, y por otro hacer justicia social que es lo que persigue la igualdad o feminismo puesto que es lo mismo. Y esto, es una tarea que compete no solo a las mujeres por razones obvias, sino también a los hombres, porque estoy segura, que son una minoría los que no quieren que sus hijas, hermanas, mujeres, amigas o madres no logren las mismas metas que sus compañeros masculinos.
Una sociedad es mejor cuanto utiliza todo su potencial humano en todos los ámbitos y sectores. Necesitamos tanto a hombres educadores y cuidadores en guarderías infantiles, como a mujeres construyendo edificios. Todos y todas pudiéndose realizar en las facetas de la vida que elijan sin restricciones, sin limitaciones, y sin falsas ideas impuestas.
Así que pensando en cómo podemos descargar de tensión la siempre espinosa manera de hacer llegar a tu interlocutor lo que es el feminismo sin que te tachen de radical (como si la igualdad pudiera admitir grados), de repente me he acordado que hace apenas un mes ha tenido lugar en Madrid el I festival del humor feminista: el Coñumor, así que a la próxima edición me apunto.
