José María Aznar aprovechó la presentación de su nuevo libro, Orden y libertad, para lanzar un doble mensaje: serenidad a las filas del Partido Popular y movilización a la ciudadanía. El expresidente del Gobierno, acompañado por el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, trató de animar al partido en un momento de tensión interna tras los abucheos al presidente valenciano, Carlos Mazón, durante el funeral de Estado por las víctimas de la dana y el frustrante interrogatorio a Pedro Sánchez en el Senado por el caso Koldo.
“Yo he sido jefe de la oposición y sé lo que es”, afirmó Aznar ante un auditorio lleno en la Fundación Rafael del Pino. “Ser opositor político es como preparar una oposición a inspector de Hacienda o a notario: trabajas sin resultados inmediatos. Lo que no hay que generar es frustración en la gente”. El expresidente descartó de plano una moción de censura contra Sánchez: “Si no hay materiales para una moción de censura, y no los hay, habrá que esperar a las elecciones. Alimentar la frustración es alimentar posiciones extremistas”.
Precisamente, Aznar se refirió a Vox como el principal beneficiado del desgaste del Gobierno y del PSOE, al que las encuestas sitúan en ascenso, especialmente entre los votantes jóvenes. “El único partido constitucional que queda en España es el PP. Y el único objetivo de Vox es acabar con el PP”, aseguró.
El mensaje del expresidente contrastó con la tensión interna que se vive en el partido ante el avance de la extrema derecha. Mientras pidió calma a las siglas, exigió acción a los ciudadanos. “Los españoles no pueden ser espectadores del desgarro de España. Tenemos que intervenir en el destino de nuestro país”, advirtió. “Ante un ciudadano que se inhiba, que no me venga luego a reclamar. Las cuestiones no están para inhibirse; están para que el que pueda hacer, haga”. Su apelación encendió los aplausos de un público en el que se encontraban figuras como Jaime Mayor Oreja, José Manuel Soria y Ángel Acebes, además de la cúpula de Génova encabezada por Feijóo.
Aznar, considerado el referente del ala dura del PP, reiteró su defensa de la “centralidad” y cargó contra la “xenofobia” de la extrema derecha, en una línea que refuerza el viraje moderado de Feijóo. En el plano internacional, criticó con dureza la posición del Ejecutivo ante la crisis venezolana y el conflicto en Gaza. “El Gobierno apoya al dictador en Venezuela”, acusó, y advirtió que “si Israel es derrotada, Occidente y España también lo serán”, lamentando que España “no esté en el lugar que le corresponde”.
Con este acto, Aznar buscó insuflar moral a un Partido Popular en plena turbulencia y, al mismo tiempo, lanzar una advertencia al conjunto de los ciudadanos: la pasividad —dijo— no es una opción en tiempos de división política y desgaste institucional.
 
			 
					




 
							