La noche del lunes, la cantante Rosalía visitó el programa de David Broncano en RTVE para presentar su nuevo álbum Lux. Con una mezcla de sorpresa, humor y momentos personales, consiguió convertir su aparición en un auténtico evento televisivo.
En su paso por La Revuelta, Rosalía no solo habló de su música, sino que transformó el formato del talk-show en una experiencia vibrante. Su intervención se estructuró en tres grandes movimientos que captaron la atención del público.
Primer acto: la entrada triunfal y el recibimiento del público
La artista llegó al Teatro Príncipe Gran Vía con una maleta en mano y fue recibida por una multitud de fans que esperaban fuera, creando un ambiente de expectación casi de concierto. Ya desde el preámbulo, el programa generó sorpresa al montar una “reunión de vecinos” ficticia con personalidades como Pedro Almodóvar, Manuela Carmena o La Zowi, lo que dio pie a un escenario lúdico y distinto.
Segundo acto: la conversación auténtica, lo inesperado y lo íntimo
Durante la entrevista, Rosalía se mostró accesible y real. Habló de su nuevo disco, de su rutina de clases de canto diarias («la voz es un instrumento y hay que entrenarla»), y del alto ritmo de vida que mantiene. Su sinceridad se mezcló con momentos inesperados: retó a David Broncano a un pulso de bíceps —que ganó—, regaló un bizcocho hecho por ella al presentador y lo repartió al público.
Tercer acto: el efecto viral y la redefinición del programa
La combinación de autenticidad y espectáculo provocó un efecto inmediato en redes y audiencias. La Revuelta volvió a demostrar que puede reinventar el late-night: una invitada musical, momentos improvisados, complicidad con el público y un giro de guion que rompió con lo habitual. El resultado fue un revuelo mediático que refuerza la idea de que la televisión puede ser tanto entretenida como emocionalmente cercana.
En definitiva, Rosalía no solo promocionó su álbum Lux, sino que dejó una lección sobre cómo convertir una entrevista en un acontecimiento televisivo. Su paso por La Revuelta confirma que la mezcla de carisma, vulnerabilidad y espectáculo es la fórmula que hoy funciona.








