En un giro sorprendente de la política internacional, Ahmed al Sharaa, el presidente sirio que hace apenas unos años lideraba grupos insurgentes yihadistas, ha visitado la Casa Blanca como primer jefe de Estado sirio desde la independencia del país árabe en 1946. En una de las primeras imágenes de su estancia en Estados Unidos, Al Sharaa fue visto jugando al baloncesto con el comandante de CENTCOM, Brad Cooper, y Kevin Lambert, jefe de la operación internacional contra el Estado Islámico en Irak, ambos responsables de perseguirlo en su juventud.
Nacido en 1982, Al Sharaa comenzó su trayectoria como combatiente en Irak, luchando contra las fuerzas estadounidenses. Pasó por la prisión de Camp Bucca, que se convirtió en semillero de futuros yihadistas, y luego se unió al Estado Islámico en Siria. Tras fundar varias escisiones de Al Qaeda, lideró Hayat Tahrir al Sham hasta convertirse en protagonista del cambio de régimen en Siria en 2024, tras el derrocamiento de la dinastía Asad.
Como presidente, Al Sharaa ha iniciado un proceso de reconstrucción y apertura internacional, pese a los enormes desafíos. El Banco Mundial estima que Siria necesita 216.000 millones de dólares para reparar sus infraestructuras tras 13 años de guerra, mientras que la violencia sectaria y los conflictos con los kurdos continúan afectando la estabilidad del país.
El acercamiento a Washington podría marcar un hito en la política siria. La cooperación de Damasco con la coalición internacional contra el Estado Islámico podría facilitar la retirada de las últimas sanciones estadounidenses y desbloquear inversiones extranjeras. Las sanciones de la Ley César permanecen suspendidas por orden presidencial, aunque su derogación definitiva requiere aprobación del Congreso. La ONU y la Unión Europea también han levantado sanciones contra Al Sharaa.
Estados Unidos y Siria negocian además un posible pacto de no agresión con Israel, que permitiría la presencia militar estadounidense en Damasco, sin que Siria se una, por ahora, a los Acuerdos de Abraham. El país mantiene asimismo su compromiso con Rusia, asegurando la permanencia de las bases militares rusas en territorio sirio.
El viaje de Ahmed al Sharaa a Estados Unidos marca un hito diplomático y evidencia cómo antiguos conflictos pueden transformarse en nuevas oportunidades de cooperación internacional, incluso para quienes un día estuvieron en el bando opuesto.








