En medio del despliegue militar estadounidense más grande en el Caribe en más de medio siglo y con una visible pérdida de apoyo popular, Nicolás Maduro protagonizó un acto masivo para reafirmar su retórica chavista y atacar a sus críticos internos y externos.
Durante la conmemoración del aniversario de la Batalla de Santa Inés, el mandatario venezolano reunió a miles de seguidores —trabajadores públicos, milicianos y miembros de iglesias evangélicas— en un intento por contrarrestar la repercusión internacional de la entrega del Premio Nobel de la Paz y la salida de Caracas de la líder democrática María Corina Machado.
“Estamos preparados para partirle los dientes al imperio norteamericano”, exclamó Maduro frente a la multitud. “Las mismas manos productivas del campo venezolano son las que agarran los fusiles, los tanques y los misiles para defender esta tierra sagrada de cualquier imperio agresor. Luchamos por la paz, lo dijo Bolívar”, agregó.
El mandatario también dirigió sus críticas directamente a Washington, combinando consignas revolucionarias con referencias en inglés: “Exigimos el cese de intervencionismo ilegal y brutal del gobierno de EE.UU. en Venezuela y América Latina. Desde Venezuela exigimos basta de política de golpes de Estado y de invasiones en el mundo. No more Vietnam, no more Somalia, no more Irak, no more Afganistán, no more Libia. ¡Basta de guerras imperiales, carajo, basta de masacres imperiales! Tenemos la razón”.
En su arenga, Maduro no dejó de lado los ataques personales. Se refirió a Machado con términos despectivos, llamándola “Sayona fascista, criminal, nazifascista y asesina”, y también criticó a los presidentes de Argentina, Javier Milei, y de Panamá, José Raúl Mulino, a quienes calificó de “ridículos” y “parásitos”.
El acto se cerró con un toque de espectáculo y humor autocrítico, cuando Maduro cantó fragmentos de canciones navideñas y populares, incluyendo “No war, yes peace” y “Don’t worry, be happy”, acompañándose de gestos estrambóticos que buscan reforzar su imagen cercana al pueblo.
A pesar de su aparato estatal y control sobre medios y organismos públicos, la popularidad de Maduro sigue en descenso, especialmente frente a líderes democráticos que continúan ganando terreno en la opinión pública y en escenarios internacionales.
















