Pedro Sánchez ha decidido cambiar de registro en sus enfrentamientos semanales con Alberto Núñez Feijóo en el Congreso. El presidente del Gobierno, que acusa al PP de liderar una “campaña de deshumanización” contra él y su entorno familiar, ha optado por esquivar los ataques y centrar su discurso en los temas que considera favorables para el Ejecutivo.
La decisión, que en Moncloa bautizan con ironía como la “táctica Pantoja” —“dientes, que es lo que más les molesta”, evocando la célebre frase de la tonadillera—, busca evitar lo que califican como una trampa de los populares: instalar el debate público en torno a la corrupción y el caos.
En la última sesión de control, Sánchez dejó claro que no entrará en las provocaciones: “Sé lo que pretende, pero no nos va a provocar. Voy a responder a su pregunta”. Desde el Gobierno se interpreta que el endurecimiento del discurso del PP responde a la cercanía del final de legislatura y a su intención de desgastar al Ejecutivo con alusiones constantes a las investigaciones judiciales que afectan al entorno del presidente.
En contrapartida, Sánchez intenta reforzar el relato de los avances económicos, las medidas sociales y la posición de España en la defensa del derecho internacional humanitario. “Nuestra respuesta es clara: vale la pena seguir, y lo decimos con una sonrisa”, apuntan fuentes gubernamentales.
El núcleo duro de La Moncloa confía en que esta estrategia genere un cierre de filas entre el electorado progresista, convencido de que los ataques personales de la oposición funcionan más como cortina de humo que como alternativa política real. Al mismo tiempo, ministros como Óscar Puente y Óscar López mantendrán el tono más duro en la confrontación directa con los populares, pero Sánchez se reservará el papel de no dar oxígeno a lo que considera una campaña de acoso.
En Málaga, junto a María Jesús Montero, el presidente lanzó un mensaje directo a la oposición: “¿Qué tiene que decir la oposición ante la barbarie en Gaza? No dice nada”. Para el Ejecutivo, ese silencio evidencia que el PP evita posicionarse en debates clave, recurriendo en su lugar al “show político” para erosionar al Gobierno.