La capital iraní sufre cortes nocturnos de agua y una caída drástica en la generación eléctrica mientras el país atraviesa la peor sequía en seis décadas.
Irán se encuentra al borde de una emergencia nacional por la peor sequía registrada en los últimos 60 años. El presidente del país, Masoud Pezeshkian, ha advertido que, si no se registran lluvias en los próximos días, el Gobierno podría verse obligado a racionar severamente el agua o incluso evacuar Teherán, una ciudad de más de 10 millones de habitantes.
“Si no llueve en Teherán para finales de noviembre, tendremos que racionar el agua. Y si aun así no llueve, tendremos que evacuar Teherán”, declaró el mandatario ante la prensa, en un llamado urgente a la población para reducir su consumo doméstico.
Desde finales de septiembre, las precipitaciones en algunas regiones del país apenas alcanzan 1,9 milímetros, frente al promedio histórico de 56 milímetros en esta época del año. En 21 provincias, incluida Teherán, no ha caído una sola gota de lluvia, y los pronósticos no anuncian mejoras en los próximos diez días.
La capital iraní atraviesa su sexto año consecutivo de sequía, aunque las autoridades califican la actual como la más “crítica” registrada. Las cinco presas que abastecen la ciudad se encuentran por debajo del 10% de su capacidad, una cifra inédita. “Nunca había visto las presas tan vacías en mi vida”, comentó un anciano residente a la televisión estatal iraní.
En varios barrios de la capital ya se aplican cortes nocturnos de agua entre la medianoche y las cinco de la madrugada, lo que ha generado temor entre los ciudadanos ante la posibilidad de restricciones más prolongadas. “He comprado agua embotellada solo para poder ir al baño”, escribió el rapero Vafa Ahmadpoor en sus redes sociales, mostrando una foto de su grifo seco.
A la escasez de agua se suma el riesgo de apagones eléctricos, ya que buena parte de la energía de Teherán depende de la generación hidroeléctrica. Con los ríos y embalses bajo mínimos, la producción energética ha caído de manera drástica. “Hemos tenido una disminución del 92% de lluvias en comparación con el año pasado”, explicó Mohammad Ali Moallem, gerente de la empresa hidroeléctrica Karaj, que ha tenido que detener parte de su actividad por falta de agua de refrigeración.
Los cortes de electricidad han provocado protestas en varias ciudades en los últimos meses, lo que incrementa la tensión social. Ante esta crisis múltiple, el presidente Pezeshkian ha sugerido incluso trasladar la capital hacia el sur, más cerca del Golfo Pérsico, donde podrían construirse plantas de desalinización para abastecer a la población con agua de mar.
“No basta con aceptar la situación actual y no diseñar un plan científico, preciso y autóctono para el futuro”, afirmó el mandatario. La segunda ciudad más grande del país, Mashhad, con más de tres millones de habitantes, también enfrenta niveles críticos: sus embalses están por debajo del 3% de capacidad.
La sequía, que ya amenaza con alterar la vida de millones de iraníes, se perfila como uno de los mayores desafíos climáticos y políticos para el gobierno de Pezeshkian en los próximos meses.








