La NASA confirma las condiciones extremas de la heliopausa, el umbral de nuestro sistema solar.
La sonda Voyager 1, la embajadora robótica de la humanidad en los confines del cosmos, ha proporcionado a la NASA datos revolucionarios sobre el entorno inmediato más allá de la heliosfera, la gigantesca burbuja magnética que protege nuestro sistema solar. Los científicos han confirmado la existencia de una zona de plasma sobrecalentado en la heliopausa, la barrera final que separa la influencia de nuestro Sol del espacio interestelar.
Este «muro» de partículas, detectado por los instrumentos de la nave, presenta una densidad y una temperatura mucho más altas de lo que se había teorizado previamente. La región alcanza niveles térmicos impresionantes, situándose en un rango de 30.000 a 50.000 grados Kelvin (o Celsius), desafiando las expectativas de la física espacial.
La Voyager 1: pionera en la navegación de un campo de batalla cósmico
Lanzada en la década de 1970, la Voyager 1 cruzó la heliopausa en 2012, convirtiéndose en el primer objeto terrestre en entrar formalmente en el espacio exterior de nuestra galaxia. La información recopilada en los años posteriores pinta un cuadro de la frontera cósmica como una zona de turbulencia energética:
• Choque de Partículas: Este entorno es el resultado de la colisión del viento solar (partículas que emanan constantemente de nuestro Sol) con el material gaseoso y cargado que conforma el medio galáctico.
• Densidad Elevada: Los datos de la Voyager indican que la densidad de partículas de plasma en esta interfaz es mucho mayor de lo esperado, lo que ayuda a explicar las temperaturas vertiginosas detectadas.
• Riesgo Nulo para la Sonda: Es importante destacar que, debido a la extremadamente baja densidad de las partículas, aunque la temperatura sea elevadísima, la Voyager 1 no experimenta un calor dañino, pues la transferencia de energía térmica es mínima.
El misterio del campo magnético y la heliosfera
Otro hallazgo fundamental es la interacción magnética. Los investigadores de la NASA observaron que, inmediatamente después de la transición al medio interestelar, el campo magnético de esta región exterior se encuentra estrechamente alineado con el campo que existe dentro de la heliosfera.
Esta conexión magnética sugiere una interacción más compleja y fluida en el límite de nuestro sistema solar de lo que se creía, proporcionando una nueva perspectiva sobre cómo nuestra burbuja protectora interactúa con el entorno galáctico.
La misión Voyager continúa siendo crucial para entender la física de las fronteras espaciales, ofreciendo un vistazo único a las condiciones que prevalecen en el vasto espacio interestelar.








