Estados Unidos ha confirmado la retirada parcial de sus tropas desplegadas en Rumanía, una medida que las autoridades de Washington califican como un “ajuste operativo” y no como una señal de menor compromiso con la OTAN. Sin embargo, la decisión se produce en un momento especialmente sensible para el flanco este de la Alianza, en plena escalada de las provocaciones rusas en Europa del Este.
El ministro de Defensa rumano, Ionut Mosteanu, fue el primero en adelantar la información, asegurando que la retirada responde al “giro estratégico de Washington hacia el Indo-Pacífico”. Según explicó, Estados Unidos suspenderá la rotación de una brigada con presencia en varios países de la OTAN, entre ellos Rumanía.
El Pentágono confirmó posteriormente la decisión, subrayando que la presencia militar estadounidense en Europa seguirá siendo superior a la que existía antes de la invasión rusa de Ucrania en 2022. No obstante, el movimiento refleja la dirección que la Administración Trump ya había anticipado: un desplazamiento de prioridades hacia Asia y el Indo-Pacífico, con China como principal foco de atención.
Actualmente, la presencia estadounidense en el continente europeo ronda los 100.000 efectivos. Una reducción, aunque parcial, podría interpretarse por Moscú como una oportunidad para intensificar su presión sobre la UE y sus aliados. En las últimas semanas, varios países de la región han denunciado incursiones de aviones y drones rusos en su espacio aéreo, lo que ha obligado a la OTAN a desplegar cazas en respuesta. También se han registrado perturbaciones en aeropuertos como los de Copenhague y Vilna, este último cerrado temporalmente tras la aparición de globos lanzados desde Bielorrusia.
La decisión estadounidense llega en un momento en que Europa aún no está preparada para asumir en solitario su defensa. La Unión Europea continúa debatiendo cómo financiar la ayuda a Ucrania y no ha logrado consenso sobre el uso de los activos rusos congelados en Euroclear —unos 185.000 millones de euros— para un fondo de reconstrucción. Bélgica, país sede de la entidad, teme represalias legales de Moscú si se da ese paso.
Mientras tanto, países como España siguen resistiéndose a elevar su gasto en defensa al 2% del PIB, pese a las reiteradas advertencias del presidente Donald Trump, del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y de varios socios del Este. La retirada parcial de Estados Unidos no sólo redefine la estrategia global de Washington, sino que reabre el debate sobre la capacidad europea para sostener su propia seguridad en un contexto cada vez más incierto.





