En un emotivo funeral del Estado en honor a las 229 víctimas de la dana, se escuchó una voz que resonaba con dolor y exigencia. La prima de una de las fallecidas dejó claro el sentimiento colectivo de las familias dolientes: «La culpa de las muertes no fue la dana, fue de quien omitió su deber». Este mensaje contundente marcó el tono de la ceremonia, la cual no solo se vio marcada por el duelo, sino también por la protesta directa hacia el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, quien fue recibido y despedido bajo el grito de «Mazón, dimisión».
El ambiente de soledad que envolvía a Mazón durante el evento fue palpable. A pesar de que su presencia estaba cargada de controversia, el presidente se encontró completamente aislado, con incluso la figura de Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, eludiendo cualquier contacto público con él. Este contexto pone de manifiesto las tensiones internas dentro del partido y la creciente presión sobre Mazón para que asuma la responsabilidad de su gestión en relación con la tragedia.
Las víctimas, a lo largo del año transcurrido desde la tragedia, han expresado su frustración por la falta de respuestas y acciones adecuadas por parte de aquellos en el poder. Para ellas, la dimisión de Mazón no es solo un asunto político, sino una cuestión de dignidad y respeto hacia los fallecidos y sus familias. Quieren justicia y asumen que esta comienza con la renuncia del actual presidente, quien, a su juicio, ha fallado en su deber de protección y atención al público.
Recibir un homenaje estatal tras la pérdida de familiares es un acto de suma importancia, pero lo que se vivió este día fue más que eso. La imagen de un Mazón solitario rodeado de dolor evidente fue devastadora. Muchos se preguntan si podrá continuar en su cargo sabiendo que su presencia ha sido un motivo de rechazo para las familias afectadas, quienes incluso pidieron su ausencia en el funeral. Sin embargo, Mazón decidió ignorar estas súplicas, lo que profundiza la herida en las relaciones entre las víctimas y su gobierno.
El PP, ante el creciente clamor en contra de Mazón, ha comenzado a reconsiderar su apoyo. Con propuestas para colocar a nuevos candidatos en el horizonte, la estrategia del partido para manejar esta situación parece fragmentarse. Si la política se ha convertido en una lucha por el poder, para las familias afectadas es una lucha por la memoria y la justicia. «Con memoria, nunca habrá olvido» es un clamor que trasciende las batallas políticas, un recordatorio del dolor humano que no debe ser olvidado.
Aquellos momentos de homenaje no tan solo fueron una manifestación de pena, sino un grito colectivo por la dignidad. Las caras de las víctimas y sus palabras, cargadas de sufrimiento, son un testimonio de lo que les ha costado enfrentar la tragedia. La empatía mostrada por los reyes, quienes se acercaron a compartir el duelo de las familias, resalta la importancia de la humanidad en estos momentos de crisis. Sin embargo, sus gestos contrastan con la configuración política actual, donde las figuras de poder parecen más preocupadas por su imagen que por el dolor de la comunidad.
Las palabras y las emociones compartidas durante el funeral también resaltan la necesidad urgente de accountability y de poner el foco en las lecciones que se deben aprender tras la tragedia de la dana. Es fundamental que quienes ocupan cargos de responsabilidad se enfrenten a la realidad de sus acciones y decisiones. La política, en este contexto, no puede demorar ni asumir actitudes evasivas. Los ciudadanos demandan cambios y claridad, así como la rendición de cuentas necesarias para evitar futuras tragedias.
Las víctimas de la dana siguen esperando respuestas y, en ocasiones, el silencio de aquellos que podrían actuar es ensordecedor. Sin embargo, después del funeral, se ha encendido la chispa de un movimiento que exige cambios significativos. La incertidumbre en torno a la cuenta de Mazón, especialmente por las contradicciones en su comportamiento y actuación el día de la tragedia, se convierten en puntos focales de discusión. La audiencia espera, atenta, su comparecencia, ansiosa por respuestas que podrían no llegar.
La ansiedad y la desesperación, alimentadas por la ausencia de acciones concretas, crean un caldo de cultivo para el cambio. En este funeral, quedaron claras las posiciones y los sentimientos de las partes implicadas. Es incierto si Mazón tomará en serio las demandas de las familias y si su liderazgo será capaz de sobrevivir ante la presión pública. La esencia de la política post-dana debe ser la humildad y la responsabilidad, pilares sobre los que se construye la confianza de un liderazgo genuino.




