El conflicto en Sudán, que ha devastado al país durante más de dos años, ha dado un nuevo giro con la reciente declaración de una tregua humanitaria unilateral de tres meses, anunciada por Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, líder de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Este movimiento surge como una respuesta al llamado a la paz realizado por Estados Unidos, que busca poner fin a la escalofriante crisis humanitaria que enfrenta la nación africana.
Hemedti, en su discurso transmitido por los canales oficiales de las FAR, destacó que este compromiso humanitario no solo responde a la presión internacional, sino también a la situación crítica que atraviesan miles de civiles sudaneses. «Con el fin de reforzar la seguridad de los civiles y facilitar la llegada de ayuda humanitaria, anunciamos esta tregua», enfatizó el líder paramilitar.
La tregua es una iniciativa que coincide con la propuesta del Cuarteto para Sudán, un grupo conformado por Estados Unidos, Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), que en septiembre del año pasado solicitó un alto al fuego y estímulos al diálogo para abordar esta devastadora guerra. El acuerdo representa una pequeña luz de esperanza en medio de un caos que ha desplazado a más de 13 millones de personas y ha dejado a la población al borde de la hambruna.
Además de proponer la tregua, Hemedti se comprometió a garantizar la protección de los convoyes humanitarios y la seguridad de la ayuda destinada a los afectados por el conflicto. También se ofreció a facilitar el acceso del personal humanitario a las zonas más perjudicadas y a colaborar en la creación de un mecanismo de monitoreo bajo la supervisión del Cuarteto, la Unión Africana y la IGAD (Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo).
Sin embargo, este anuncio unipersonal llega en un entorno tenso, marcado por la desconfianza entre las fuerzas contrarias. El jefe del Ejército sudanés, Abdelfatah al Burhan, ha criticado públicamente la mediación de Estados Unidos, acusando a su enviado especial de parcialidad y de actuar en favor de EAU, que ha sido señalado por su apoyo a las FAR. No obstante, Al Burhan ha manifestado en ocasiones anteriores su disposición a colaborar con los esfuerzos de paz.
La guerra en Sudán estalló en abril de 2023 tras un prolongado conflicto de poder entre dos figuras clave: Hemedti y Al Burhan. Este enfrentamiento no es solo político, sino que ha creado partidos armados, cada uno interesado en controlar recursos económicos significativos como minas de oro y redes comerciales ilegales. La población civil se encuentra atrapada en medio de esta lucha, sufriendo las consecuencias de un conflicto que no eligió.
La situación humanitaria ha alcanzado niveles alarmantes. Según reportes de la ONU, el conflicto ha causado la muerte de decenas de miles de personas, y millones más enfrentan inseguridad alimentaria extrema. Las enfermedades como el cólera, la malaria y el dengue han proliferado debido a la falta de acceso a atención médica y alimentación en muchas zonas del país, lo que ha convertido a Sudán en el epicentro de la crisis humanitaria más grave del mundo.
Las organizaciones internacionales han expresado su preocupación sobre las denuncias de violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra, que se han intensificado con el avance de las FAR durante la contienda. Los reportes han indicado atrocidades, incluyendo asesinatos masivos y violaciones, especialmente en lugares como Al Fasher, donde miles de familias viven confinadas sin recursos básicos.










