En apenas dos meses, Vox ha logrado atraer a más de 300.000 antiguos votantes del PSOE, según la última encuesta de Sigma Dos. La formación liderada por Santiago Abascal se consolida como la opción preferida entre los trabajadores de ocupaciones elementales, oficiales, operarios y artesanos, especialmente en municipios tradicionalmente socialistas de Madrid y Barcelona.
El viraje de Vox hacia la clase trabajadora no es casual. Desde 2020, el partido ha desarrollado una estrategia que combina simbología laboral, narrativa populista y un discurso crítico con la izquierda y la inmigración. Desde aquel primer vídeo viral titulado Obrero y español, en el que un trabajador de Carabanchel denunciaba su frustración con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, hasta la creación del sindicato Solidaridad y el think tank Fundación Disenso, la formación ha buscado acercarse a votantes que históricamente no habían considerado la extrema derecha.
“La izquierda desconecta de la realidad de la gente que vive en barrios populares y eso crea un vacío que otros partidos aprovechan”, analiza Ignacio Urquizu, sociólogo y exdiputado del PSOE. Los datos respaldan esta apreciación: mientras en verano de 2025 solo un 0,3% de los votantes socialistas indicaba su intención de pasarse a Vox, ahora la cifra alcanza casi el 4%.
Analistas políticos coinciden en que la estrategia de Vox combina un mensaje de seguridad, protección del empleo y crítica a la inmigración con un acercamiento simbólico a la clase trabajadora. “Han logrado transformar el malestar ciudadano en apoyo político”, señala David Lerín, profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid.
La figura de Carlos Hernández Quero, nuevo portavoz adjunto del partido, refleja esta renovación. Con 34 años, origen en un barrio popular de Madrid y formación en sociología y historia local, Quero encarna la estrategia de Vox de presentarse como “derecha social”, cercana a los problemas cotidianos de la gente.
Para los expertos, la tendencia no es exclusiva de España. Movimientos de extrema derecha en Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos han logrado consolidar apoyo entre sectores de clase trabajadora frustrados por la izquierda. Según estudios de Pew Research, el 67% de los votantes de Donald Trump en 2024 no tenían título universitario.
“El futuro de Vox está en los barrios populares y no en los distritos acomodados”, resume Jesús Fernández-Villaverde, profesor de Economía en la Universidad de Pensilvania. “La formación de Abascal está capitalizando la frustración de quienes ven que la izquierda no ha resuelto problemas esenciales como la vivienda o la seguridad”.
En las próximas elecciones, la fidelidad del voto obrero podría consolidar a Vox como un actor clave en el panorama político español, poniendo en cuestión la hegemonía tradicional del PSOE en los cinturones rojos de Madrid y Barcelona.














