El Metropolitano volvió a ser escenario de una noche intensa, de esas que parecen tener un guion propio. Entre la solidez de Giménez, la resistencia del Union Saint-Gilloise y la historia paralela de los hermanos Mac Allister, el Atlético de Madrid logró un sufrido triunfo ante uno de los equipos revelación de la Champions.
“Había jugadores de ellos por todos lados”, admitía José María Giménez al término del partido, reflejando la sensación general de un duelo que pudo haber tenido otro desenlace. El central uruguayo, que entró al campo tras la lesión de Le Normand, fue clave en la zaga colchonera, aunque una falta innecesaria de Ruggeri y la envergadura del conjunto belga (varios superan el 1,90) mantuvieron el suspense hasta el final.
La madre de Kevin Mac Allister, defensor del Saint-Gilloise, vivió la noche con el corazón dividido. Desde la grada del Metropolitano animaba a su hijo mientras, a 1.800 kilómetros de distancia, su otro hijo, Alexis, celebraba un gol decisivo con el Liverpool ante el Real Madrid. “La familia está contenta. Agradezco a mi madre que vino a este partido y seguro que estuvo pendiente del celular todo el tiempo”, contó Kevin tras el pitido final.
El equipo belga, que venía de duras derrotas ante Inter y Newcastle, rozó el empate en el último suspiro con un cabezazo de Louis Patris, pero la diferencia, como reconoció el propio Schoof, fue “la calidad y el coraje”. Virtudes que Simeone no tardó en subrayar. “Sabíamos que iba a ser un partido complejo. Ellos tienen altura, fuerza y convicción. Con el 2-0 podíamos haber evitado sufrir, pero supimos resistir”, valoró el técnico argentino.
El Cholo, además, repartió elogios entre sus hombres. Destacó a Giuliano Simeone, de nuevo determinante, y a Pablo Barrios, que regresó de lesión mostrando un alto nivel competitivo. También se detuvo en Alexander Sørloth, cuyo cambio de actitud no pasó desapercibido: “Está rompiendo a los espacios, muy fuerte. Me pone contento por él porque necesitamos su mejor versión”.
El Atlético, que busca afianzarse en la zona alta de la tabla, duerme decimocuarto, pero con la mirada puesta en los próximos compromisos ante Inter, PSV, Galatasaray y Bodø/Glimt. La aritmética aún permite soñar con el top-8.
Antes de cerrar su intervención, Simeone quiso recordar a Daniel Willington, el entrenador que lo hizo debutar en Vélez Sarsfield. “Estaré agradecido para toda la vida”, dijo con emoción. Fue el toque humano de una noche en la que la pasión, la familia y el sufrimiento se dieron cita en el Metropolitano.



