Surgieron críticas a la museografía y la protección de la Gioconda tras conocer que otro lienzo comparte exhibición con ella, lo que podría complicar las medidas de seguridad y aumentar los riesgos para la obra más famosa del museo.
El Museo del Louvre vuelve a estar en el foco por un tema de seguridad. Según informes recientes, los responsables de la pinacoteca habrían colocado un cuadro adicional en la misma sala que acoge a la Mona Lisa, lo que ha encendido un debate entre expertos y visitantes sobre si esta decisión puede poner en peligro la protección de la obra maestra de Leonardo da Vinci.
Tradicionalmente, la sala de la Gioconda ha sido un espacio muy controlado, con vigilancia intensiva, barreras de distancia y paneles de seguridad para gestionar el flujo de visitantes y proteger el cuadro. La llegada de una nueva obra artística al mismo entorno ha hecho saltar las alarmas: algunos críticos opinan que su presencia podría distraer tanto al público como al personal de seguridad, aumentando la dificultad para proteger correctamente a la Mona Lisa.
Este cambio también ha sido interpretado por algunas voces como una señal de que el Louvre está priorizando su catálogo expositivo sobre la conservación. Añadir un nuevo cuadro en la misma sala implicaría reorganizar el espacio, modificar las rutas de paso y adaptar la vigilancia, todo ello con un posible coste para la seguridad de su pieza más célebre.
No es la primera vez que la seguridad de la Mona Lisa es cuestionada. El cuadro está protegido por un cristal blindado desde hace años, precisamente para evitar ataques o daños, un riesgo real: en el pasado, diversas personas han intentado dañar la pintura —desde lanzar objetos como tazas o tartas hasta otros gestos más inquietantes. Esta protección reforzada ha sido clave para preservar la obra, pero la presencia de una pieza más podría debilitar la concentración de los recursos de seguridad.
Al mismo tiempo, la presencia de esta obra adicional ha generado comentarios divididos entre los visitantes. Mientras algunos ven con buenos ojos la iniciativa por ofrecer más contenido artístico al mismo espacio, otros se preguntan si el Louvre descuida la gestión patrimonial en favor del espectáculo museográfico. La duda gira en torno a hasta qué punto se puede equilibrar la exhibición de arte con la seguridad del público y de las obras.
En definitiva, este episodio pone de manifiesto un dilema clásico en los grandes museos: cómo combinar la riqueza expositiva con una protección efectiva de sus piezas más emblemáticas. La decisión del Louvre será clave para marcar si primará la museografía innovadora o la preservación rigurosa de su legado más valioso.








