En un giro inesperado para la política danesa, el Partido Socialdemócrata ha perdido la alcaldía de Copenhague en las últimas elecciones municipales, marcando la primera vez en más de un siglo que esto ocurre. Según el conteo oficial, la formación liderada por la primera ministra Mette Frederiksen obtuvo solo un 23,2% de los votos, una caída notable de cinco puntos en comparación con las elecciones de 2021.
A pesar de esta derrota, el Partido Socialdemócrata logró conservar el control de las otras dos principales ciudades del país, Aarhus y Aalborg. Sin embargo, su presencia en dos de los 98 ayuntamientos se ha visto eliminada, un hecho sin precedentes desde la reforma municipal de 2007. Esto refleja un cambio significativo en el panorama político danés.
Mette Frederiksen, la primera ministra, ha asumido la responsabilidad del revés electoral, indicando que esperaban un retroceso, pero no en la magnitud que resultó. En anteriores elecciones municipales, los socialdemócratas habían obtenido un 28,4% a nivel nacional, liderando frente al Partido Liberal y el Partido Conservador.
Las elecciones locales y regionales en Dinamarca se celebran cada cuatro años, el tercer martes de noviembre. En esta ocasión, cerca de cinco millones de ciudadanos fueron convocados a las urnas de 8:00 a 20:00 horas locales, definiendo además a los representantes de las cuatro nuevas regiones en las que se dividirá el país.
En Copenhague, el Partido Liberal se colocó como el segundo más votado con un 17,9%, un descenso de 3,3 puntos desde las elecciones anteriores, pero logró adelantar a los socialdemócratas, asumiendo así más alcaldías (39 frente a 26). Los conservadores también tuvieron una disminución al obtener un 12,7%, aunque el Partido Socialista Popular, con un 11,1%, mostró un aumento en su apoyo.
La situación se complicó aún más para los socialdemócratas cuando la candidata Pernille Rosenkrantz-Theil admitió su derrota, al no ser invitada a las negociaciones para formar un nuevo gobierno, lo que indica que por primera vez en 112 años, no habrá un representante de su partido en la alcaldía de Copenhague.
Frederiksen ha evitado ofrecer una explicación detallada sobre las razones detrás de esta caída electoral, pero ha reafirmado que no regretan haber formado un gobierno con el Partido Liberal y el centrista Los Moderados, en lugar de buscar un apoyo con sus aliados tradicionales del centroizquierda que había sustentado su mandato previo.
A medida que se preparan para las elecciones generales, que deberán realizarse a más tardar el 31 de octubre de 2026, el próximo gobierno enfrentará desafíos significativos. Estos incluyen problemas demográficos en un país que envejece, la escasez de mano de obra en sectores cruciales como tecnología y salud, y la presión sobre el sistema de bienestar. Adicionalmente, cuestiones como el acceso a la vivienda y el alto costo de la vida siguen afectando a los ciudadanos, particularmente en las ciudades más grandes.
La transición verde es otro aspecto central de la agenda del país, con objetivos climáticos ambiciosos que se enfrentan a tensiones entre la sostenibilidad y sectores económicos como la agricultura. El país se encuentra en una encrucijada, buscando reducir emisiones y avanzar hacia una economía más circular mientras la ciudadanía prioriza la adaptación climática sin dignar la calidad de vida.
Por otro lado, la política migratoria de Dinamarca, una de las más estrictas de Europa, está suscitando debates sobre integración y derechos, particularmente en un entorno donde se busca evitar la formación de «guetos» y atraer a trabajadores necesarios para la economía. Este desafío se presenta en un contexto internacional cada vez más complejo, donde factores como la guerra en Ucrania y la geopolítica del Ártico también juegan un papel en la política danesa.










