El ingreso en prisión preventiva del exministro socialista José Luis Ábalos ha suscitado grandes interrogantes sobre la composición y las dinámicas de poder en el Congreso de los Diputados. La decisión del Tribunal Supremo de enviarlo a la cárcel se basa en la percepción de un riesgo «extremo» de fuga dado el avance de la investigación sobre la trama de las mascarillas, que también involucra a su exasesor Koldo García.
A pesar de su situación legal, Ábalos ha conservado su acta de diputado, lo que significa que, aunque no percibirá salario ni asistirá a las sesiones plenarias en el Congreso, formalmente sigue siendo parte de la Cámara, lo que añade un elemento interesante al debate sobre las mayorías parlamentarias.
La cuestión que muchas voces se plantean es si la ausencia de Ábalos, un voto crucial en la ajustada mayoría parlamentaria del Gobierno de Pedro Sánchez, impactará realmente en las decisiones legislativas. Actualmente, el Gobierno cuenta con un exiguo respaldo de 176 diputados, y el voto de Ábalos, a menudo considerado fundamental, se pierde en esta complicada situación.
El papel de la Mesa del Congreso, conocido órgano rector de la Cámara Baja, es decisivo en este contexto. Actualmente, la composición de la Mesa está dominada por los partidos PSOE y Sumar. La Mesa se enfrenta a dos opciones: seguir considerando el número total de miembros como 350 o reducirlo a 349, teniendo en cuenta la ausencia de Ábalos.
Fuentes parlamentarias aseguran que no habrá cambios y que el número de diputados se mantendrá en 350. Como consecuencia, esto significa que la mayoría absoluta, que se fija en 176 votos, y la mayoría cualificada, que se cifra en 210, se mantienen sin alteraciones.
De acuerdo con los Comentarios al Reglamento del Congreso, incluso en el caso de que un parlamentario sea suspendido, su voto y su influencia en las mayorías no se verán reducidos a 349, ya que su presencia sigue siendo computable. Este detalle es crucial para entender cómo se estructuran las decisiones en el Congreso y la estabilidad del Gobierno actual.
Un aspecto que ha pasado desapercibido en medio de la controversia es que los diputados que son suspendidos o que están en situaciones similares suelen ser adscritos al Grupo Mixto. En el caso de Ábalos, esto ya había ocurrido cuando el PSOE decidió suspenderlo de militancia e incluso le solicitó que renunciara a su acta de diputado.
Aunque la suspensión no afecta la composición del Grupo Mixto, que conservará su influencia y derechos en el Parlamento, el desafío para Ábalos será defender su «honor» como diputado en un entorno donde los aspectos legales y políticos se entrelazan de manera compleja. Así, el exministro se encuentra en una encrucijada: su partido no lo respalda, pero su lealtad al cargo lo impulsa a continuar.













