El año 2025 ha sido un periodo tumultuoso para la política española, marcado por la corrupción, denuncias de acoso y una agenda judicial que ha empujado al Gobierno a enfrentar crisis internas. Los escándalos que han surgido han puesto en tela de juicio la estabilidad de la legislatura, sumando presiones tanto desde la oposición como desde sus propios socios de coalición.
Uno de los casos más resonantes ha sido la condena del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, quien fue sentenciado a dos años de inhabilitación y una multa por la revelación de secretos en una investigación fiscal que involucra a Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso. Este caso ha detonado un debate intenso sobre la autonomía de la justicia y las influencias políticas dentro de la Fiscalía.
El impacto de la condena se sintió en la propia institución, llevando a García Ortiz a presentar su dimisión. En su lugar, fue nombrada Teresa Peramato, una figura con un historial sólido en temas de violencia de género y que goza del respaldo del Poder Judicial, marcando un cambio en la dirección de la Fiscalía.
Otro escándalo que ha captado la atención mediática son las investigaciones que involucran al exministro de Transportes, José Luis Ábalos, y a su exasesor Koldo García. Ambos, junto con Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE, están bajo el escrutinio de la justicia por un entramado relacionado con comisiones irregulares en la contratación de servicios públicos.
A partir de los informes de la UCO, se ha revelado que el grupo gestionó una serie de adjudicaciones de obras públicas, lo que desencadenó una serie de arrestos, incluyendo al propio Cerdán. Estos eventos han desatado un goteo constante de información que expone la práctica de sobornos y corrupción en el manejo de fondos públicos, evidenciando la gravedad de la situación.
El PSOE también se ha visto envuelto en otros casos de corrupción, como el de Begoña Gómez, que enfrentará un juicio en un futuro cercano. A su vez, las investigaciones se han ampliado a otros actores políticos, reflejando un panorama de corrupción que abarca diferentes partidos. Se ha visto a figuras de la política española, como el exministro Cristóbal Montoro, entrar en el punto de mira por presuntas irregularidades durante su mandato.
Las denuncias de acoso también han condimentado el escenario político. En un contexto en el que, a pesar de los cambios en la estructura del PSOE, surgieron quejas de acoso sexual por parte de trabajadoras contra un asesor de Moncloa, demostrando que el movimiento ‘Me Too’ ha ganado terreno en el ámbito político. La presión por una respuesta efectiva ha crecido, generando un ambiente de tensión dentro del partido.
La legislatura está en un estado crítico, donde cada escándalo que brota aumenta las dudas sobre la capacidad del Gobierno de Pedro Sánchez para mantenerse a flote. La relación con sus socios de investidura se ha vuelto más frágil y cada medida que toma busca aliviar la presión. Sin embargo, la necesidad de un cambio significativo en la dirección podría ser inminente si aspira a retener su posición.
Por otra parte, la relación con los partidos de oposición, como el PP y Vox, ha sido tensa, especialmente ante la inminente celebración de elecciones anticipadas en varias comunidades. La dinámica competitiva entre estos partidos muestra un esfuerzo constante por desbancar al Gobierno actual. Se espera que los próximos meses sean decisivos para determinar si el Ejecutivo podrá sortear los escollos que se presentan.


















