El arzobispo emérito de Tánger, reflexiona sobre el fallecimiento «por causas naturales» de una de las 300 personas que intentaron saltar el vallado fronterizo de Melilla: «A la crueldad de crucificarlos, añadamos el cinismo de burlarnos de su muerte, de escarnecer su sufrimiento, de despojarlos de su cuerpo, después de haberlos despojado de sus bienes, de sus derechos, y haberlos arrojado en brazos de la muerte. Los muertos somos nosotros: se nos ha ausentado el alma»
El arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, conocido por su compromiso para con los derechos de las personas migrantes, sus críticas a las leyes de extranjería y migración o su vehemente condena a las concertinas que, aunque están siendo sustituidas por elementos «no lesivos», todavía coronan parte de los vallados fronterizos de Ceuta y Melilla, ha lanzado una reflexión en redes sociales acerca del fallecimiento, «por causas naturales» según la Delegación del Gobierno de Melilla, de una de las 300 personas que intentaron sortear la frontera melillense por la zona del Barrio Chino el pasado 20 de agosto.
Agrelo se declara asombrado por «esa presunción interesada que jamás se habría tenido si el muerto fuese un guardia civil o cualquier otra persona considerada de los nuestros por nuestra conciencia deshumanizada» y también lamenta que «de ese muerto no se vuelva a hablar, como no se habla del que, días atrás, se supone que también por causas naturales, murió en un bosque de Marruecos».
«Los muertos somos nosotros: se nos ha ausentado el alma»
Asimismo, el arzobispo insiste en su asombro por el tratamiento que se hace de las personas migrantes en España porque señala que «a la crueldad de crucificarlos, añadamos el cinismo de burlarnos de su muerte, de escarnecer su sufrimiento, de despojarlos de su cuerpo, después de haberlos despojado de sus bienes, de sus derechos, y haberlos arrojado en brazos de la muerte» y, finalmente sentencia, que «los muertos somos nosotros: se nos ha ausentado el alma».








