El reciente desalojo del edificio conocido como B9 en Badalona ha generado una fuerte controversia social y política. Diversos expertos y entidades sociales denuncian que el discurso del alcalde de la ciudad, Xavier García Albiol, contribuyó a crear un clima de hostilidad hacia las personas inmigrantes que residían en el inmueble, favoreciendo actitudes de rechazo y deshumanización por parte de algunos vecinos.
Según estas voces críticas, la reiterada vinculación del colectivo inmigrante con problemas de seguridad y convivencia habría actuado como un catalizador de tensiones en el barrio. “Cuando desde las instituciones se criminaliza a un grupo vulnerable, se legitiman comportamientos discriminatorios”, señalan especialistas en derechos humanos y convivencia urbana.
El desalojo del B9 ha sido calificado por algunos analistas como un “ensayo” de políticas basadas en la exclusión social, donde el foco se desplaza de las causas estructurales —como la falta de vivienda digna— hacia la estigmatización de quienes las sufren. Las organizaciones sociales alertan de que este tipo de actuaciones no solo no resuelven el problema habitacional, sino que agravan la fractura social.
Mientras el Ayuntamiento defiende la intervención como una medida necesaria para garantizar la seguridad y el orden público, colectivos vecinales y plataformas de apoyo a los desalojados reclaman soluciones integrales que prioricen la mediación, la protección de los derechos fundamentales y alternativas habitacionales reales.
El caso del B9 vuelve a poner sobre la mesa el papel del discurso político en la convivencia ciudadana y el riesgo de que determinadas narrativas institucionales deriven en la normalización del rechazo al otro.

















