Hoy, 20 de noviembre de 2025, Pedro Sánchez visita Ceuta para inaugurar una nueva terminal marítima y una subestación eléctrica, pero el simbolismo de su presencia no se limita solo a la modernización de la ciudad. En este 20N, día que marca la muerte de Franco y el fin de una dictadura, la ciudad se convierte en un espejo del pasado y del presente, cuando el inicio del franquismo en 1936 se mezcla con las sombras de la corrupción actual. La trama de Acciona, vinculada a Santos Cerdán y con investigaciones abiertas por comisiones ilegales, resalta la contradicción entre el progreso prometido y las viejas prácticas de poder que aún persisten.
El 20 de noviembre, una fecha históricamente cargada de simbolismo, no solo conmemora el fin del franquismo, sino que, en el contexto actual, remite a un escenario que comenzó en Ceuta en 1936, cuando la ciudad fue el epicentro del levantamiento militar que dio paso al régimen de Francisco Franco. Este día, marcado por la memoria de un régimen autoritario, sirve de contexto para la visita de Pedro Sánchez, quien llega a Ceuta a inaugurar importantes proyectos de infraestructura como la nueva terminal marítima y la subestación eléctrica. Sin embargo, el contraste entre el simbolismo de la visita y los escándalos de corrupción que salpican a la empresa Acciona pone en cuestión la verdadera modernización de la ciudad.
La duda de la visita: ¿Por qué el 20N?
La llegada del presidente a Ceuta en una fecha tan señalada es, de por sí, un acto cargado de significado político. Sin embargo, esta visita institucional ocurre tras un hecho que no puede pasarse por alto: Pedro Sánchez suspendió la anterior visita a Ceuta prevista para el jueves 13 de noviembre por motivos que se desconocen.
La decisión de acudir en una jornada que evoca directamente la memoria histórica y la transición añade una capa de intencionalidad al acto, obligando a reflexionar sobre el legado político que sigue impregnando la región. En este contexto, la visita de Sánchez en el 20N no puede verse como un simple acto institucional: se convierte en un espejo de las tensiones entre el presente y el pasado.
Ceuta, escenario del inicio del franquismo, sigue siendo un punto neurálgico donde la historia política de España nunca parece terminar de resolverse. En 1936, los militares sublevaron Ceuta, lo que desencadenó la Guerra Civil y la posterior dictadura que perduró hasta 1975. La ciudad, testigo de la fragua del franquismo, sigue siendo escenario de tensiones políticas y sociales. Hoy, la visita de Sánchez a Ceuta se convierte en un acto que no solo celebra avances en infraestructura, sino que también obliga a reflexionar sobre el legado político que sigue impregnando la región, donde la memoria del pasado parece estar entrelazada con los problemas del presente.
Proyectos de infraestructura y sombras de corrupción
Sánchez llega para celebrar avances en infraestructura como la nueva terminal marítima y la subestación eléctrica. Sin embargo, el contraste entre el simbolismo de la visita y los escándalos de corrupción que salpican a la empresa encargada de las obras, Acciona, pone en cuestión la verdadera modernización de la ciudad.
La obra de Acciona, que se presenta como un hito de progreso, se ve empañada por las investigaciones que apuntan a la trama Cerdán, en la que la empresa habría estado involucrada en prácticas de comisiones ilegales. El informe de la UCO señala que Acciona, a través de intermediarios vinculados a Santos Cerdán, habría manejado adjudicaciones públicas de forma opaca, generando comisiones para beneficio de pocos.
Este tipo de prácticas corruptas genera un paralelo inquietante con las estructuras de poder que florecieron bajo el franquismo. Nos recuerdan que, aunque hayan pasado décadas desde la muerte de Franco, las estructuras de poder basadas en el clientelismo y la opacidad continúan operando en la sombra.
Ceuta: Un espejo del pasado que persiste
Hoy, más que nunca, Ceuta se presenta como un lugar de doble lectura: es el símbolo de una historia que se inicia con la sublevación de 1936 y el franquismo, pero también el reflejo de un presente que aún no ha sido capaz de limpiar las huellas de esos años. La obra pública de hoy debe ser un símbolo de avance, de superación de la opacidad y de la corrupción del pasado. Si el 20 de noviembre es un día para recordar la muerte de Franco, es también un día para asegurar que la democracia y la transparencia no solo son conceptos simbólicos, sino prácticas reales en la gestión del poder.
En este 20N, Ceuta no solo mira al pasado como testigo de la historia de España, sino también como el lugar donde se debe garantizar que el futuro, marcado por avances como la nueva terminal, no se vea empañado por la perpetuación de viejas estructuras corruptas. Si realmente se quiere cerrar la herida del franquismo, se deben erradicar, de una vez por todas, esas prácticas de poder que siguen vigente en el presente.










