El 2 de noviembre de 2025, a los 85 años, falleció en su Jerez de la Frontera natal Rafael de Paula, uno de los toreros más emblemáticos y singulares de la historia reciente de la tauromaquia. Su vida, tanto dentro como fuera del ruedo, estuvo marcada por su excepcional talento artístico y, a la vez, por una irregularidad que lo convirtió en un mito en vida. Su legado, una mezcla de genialidad, pasión y altibajos, perdura hoy en los ecos del toreo.
Nacido el 11 de febrero de 1940, Rafael Soto Moreno, conocido artísticamente como Rafael de Paula, creció en un entorno humilde de Jerez. Desde joven, demostró una sensibilidad única para el toreo, destacándose por su estilo puro y armónico con el capote, algo que le permitió rápidamente ganarse el reconocimiento. Su alternativa la recibió en 1960 en Ronda, pero su consagración llegó más tarde, en 1974, cuando la Plaza de Madrid fue testigo de una de las faenas más recordadas de su carrera.
Lo que hizo de Rafael de Paula un torero tan peculiar y fascinante fue su capacidad para ser, a la vez, un genio y un hombre de contrastes. Su toreo era poético y con una estética inconfundible, capaz de emocionar incluso a los más exigentes, pero su vida estuvo marcada por altibajos emocionales y físicos. Numerosas lesiones en las rodillas, producto de años de toros y esfuerzo, le obligaron a pasar por más de diez intervenciones quirúrgicas y lo alejarían progresivamente de la gloria que su arte merecía.
A pesar de estos obstáculos, el torero no dejó de cautivar. Pero, como en el caso de muchos artistas, la perfección de su estilo no siempre se correspondió con la estabilidad de sus actuaciones. El público se encontraba ante un torero impredecible: capaz de firmar faenas memorables una tarde y, a veces, el siguiente día, ser criticado por falta de entrega. Su irregularidad, lejos de empañar su carrera, contribuyó a forjar la leyenda de un hombre que vivió intensamente tanto en su arte como en su vida personal.
A lo largo de su carrera, Rafael de Paula recibió diversos honores, como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2002, un reconocimiento que celebró su estilo artístico dentro del toreo. Su retirada oficial tuvo lugar en mayo de 2000, en la plaza de Jerez, un cierre simbólico a su carrera, después de una jornada especialmente dura para él. Aunque intentó un retorno como apoderado, la sombra de sus demonios personales no lo dejó avanzar en esa faceta.
El 2 de noviembre de 2025, el mundo de la tauromaquia se despidió de una de sus figuras más complejas y fascinantes. Rafael de Paula, quien deslumbró con su toreo y se consagró como uno de los mejores capoteros de la historia, deja un legado imborrable. Sus faenas siguen vivas en la memoria de los aficionados que lo vieron transformar el ruedo en un escenario artístico. Rafael de Paula, a su manera tan única, elevó el toreo a la categoría de arte, dejando una huella indeleble en la historia del toreo.




