El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, defendió este miércoles su reciente encuentro con el expresidente Carles Puigdemont como un ejemplo de convivencia y diálogo en Cataluña, subrayando la necesidad de superar la polarización política que, a su juicio, ha marcado los últimos años en la región.
Durante su intervención, Illa destacó que la reunión no solo buscaba “abrir espacios de entendimiento entre diferentes sensibilidades políticas”, sino también servir de modelo para una sociedad que, según afirmó, necesita reforzar la colaboración y el respeto mutuo entre sus ciudadanos. “El diálogo siempre debe prevalecer sobre la confrontación. Incluso en la diversidad hay oportunidades para construir consensos”, afirmó el presidente.
El encuentro, que también contó con la participación del presidente de la Conferencia Episcopal, reflejó una sintonía en torno a la defensa de la comunicación y la negociación como herramientas para la resolución de conflictos. Puigdemont, por su parte, coincidió con Illa en la importancia de mantener canales de diálogo abiertos, pese a las diferencias políticas, y aseguró que “la polarización solo debilita el tejido social y político de Cataluña”.
Los líderes abordaron, además, la responsabilidad institucional de promover la convivencia y la cooperación entre distintas fuerzas y sectores sociales. Ambos destacaron que, más allá de los desacuerdos históricos, existen oportunidades para generar acuerdos que beneficien a la ciudadanía y fortalezcan la cohesión social.
Expertos consultados señalan que el gesto de encuentro entre Illa y Puigdemont podría marcar un precedente en la política catalana, mostrando que la disposición al diálogo puede trascender las líneas partidistas y contribuir a la estabilidad en un contexto marcado por la fragmentación política.
El diálogo entre los dirigentes se produce en un momento clave, en el que Cataluña enfrenta debates sobre la gestión institucional, la identidad y la reconciliación social, temas que han generado tensiones en el pasado reciente. La reunión, valorada como simbólica, subraya la posibilidad de que incluso las figuras más enfrentadas puedan coincidir en la búsqueda de soluciones pacíficas y constructivas.