La diputada de Vox en la Asamblea Regional de Murcia, Virginia Martínez, protagonizó este miércoles una inusual escena al aparecer en el hemiciclo con un niqab, una acción que su grupo político presentó como una “performance” para defender su propuesta de prohibir las vestimentas islámicas en espacios públicos. La iniciativa, finalmente rechazada por el resto de partidos, ha proyectado su eco más allá de Murcia y ha reavivado el debate en Ceuta, donde el uso del hiyab forma parte de la vida cotidiana.
La presidenta de la Cámara interviene
Antes de que Martínez pudiera subir a la tribuna, la presidenta de la Asamblea, Visitación Martínez, le advirtió que no podía permanecer en el pleno vestida de esa forma. Tras retirarse el velo pero conservar la túnica, la diputada celebró que se impidiera el uso del niqab dentro de la institución y reiteró que, a su juicio, “no debería permitirse en ningún espacio público”.
Durante su exposición, acusó a PP y PSOE de “importar culturas que enseñan a las niñas a vestir esta indumentaria y a ser modestas y silenciosas”. Vox sostiene que prendas como el niqab o el burka son “la máxima expresión de misoginia y dominación” y “una cárcel en vida”.
Una moción sin apoyos
La propuesta de Vox, rechazada por todos los demás grupos, pedía instar al Gobierno central a endurecer sanciones contra prácticas que “atenten contra la dignidad de las mujeres” y suspender trámites de nacionalidad a quienes obliguen a mujeres a vestir indumentaria islámica o practiquen imposiciones como matrimonios forzosos o mutilación genital.
El portavoz del PP, Joaquín Segado, advirtió que “combatir la opresión no implica convertir en problema de orden público a cualquier mujer que lleve velo”. Desde Podemos-IU/V-AV, María Marín subrayó que en la región “no se utilizan ni el niqab ni el burka”, mientras que la socialista Toñi Abenza calificó la iniciativa de “racista” y “engañosa”.
Un gesto inspirado en precedentes internacionales
La acción de Martínez no fue inédita: replicó a la senadora australiana Pauline Hanson, quien en 2017 apareció en la Cámara Alta con un burka para exigir su prohibición. En aquel caso, su negativa a retirarlo forzó incluso la suspensión de la sesión. Esta información ha sido obtenida de una publicación de ceutaactualidad, tal como ha podido confirmar este medio
El eco en Ceuta
El episodio ha desembocado en un intenso debate en redes sociales que ha alcanzado a Ceuta, donde cargos públicos y diputadas musulmanas —como la viceconsejera Mina Mohamed— usan hiyab con normalidad. Allí, cubrirse el pelo forma parte de la identidad de miles de mujeres y no supone impedimento alguno para su participación en la vida pública.
El gesto de Vox plantea preguntas incómodas en la ciudad autónoma: ¿puede equipararse el niqab, prácticamente inexistente en Ceuta, con el hiyab, profundamente integrado en su convivencia multicultural? ¿Es legítimo convertir un símbolo personal o religioso en un problema de orden público?
El debate también se alimenta de precedentes: la exdiputada ceutí de Vox Teresa López ya protagonizó otra puesta en escena cuando defendió rebautizar el puerto de Ceuta como “Isabel la Católica” luciendo una camiseta con la imagen de la reina castellana.
Una realidad distinta
Mientras Vox pretende trasladar a la arena política lo que considera un conflicto cultural global, en Ceuta la realidad es otra: el hiyab no se percibe como una imposición ni como una “cárcel de tela”, sino como una elección personal que convive con otras formas de expresión identitaria. La performance de Murcia, sin embargo, amenaza con avivar tensiones y abrir un debate que, en la ciudad autónoma, muchos consideran artificial.
















