Kosovo ha señalado a Serbia como responsable de una explosión que ha afectado gravemente un canal vital para el suministro de agua y electricidad en la región. Aunque no se han reportado víctimas, el incidente ha dejado a gran parte del país sin estos servicios esenciales, situación que podría prolongarse durante todo el fin de semana.
El primer ministro kosovar, Albin Kurti, calificó el suceso como un «ataque criminal y terrorista» dirigido a dañar la infraestructura más importante de Kosovo. En una rueda de prensa, Kurti afirmó que el ataque fue llevado a cabo por «bandas orquestadas y dirigidas por Serbia», según reportó el diario Koha de Pristina.
La explosión ocurrió en el canal Ibër-Lepenci, ubicado en la localidad de Zubin Potok, al norte del país. Este canal es crucial ya que abastece de agua a dos centrales eléctricas de carbón que generan casi toda la electricidad consumida por los 1,5 millones de habitantes de Kosovo.
El impacto de la explosión ha sido tal que ha causado daños significativos en puntos críticos del canal, complicando las labores de reparación. Kurti destacó que «profesionales» colocaron grandes cantidades de explosivos en áreas estratégicas del hidrosistema, con el claro objetivo de interrumpir el suministro de agua y electricidad.
En respuesta al ataque, Kurti planea reunirse con el comandante de la KFOR (fuerzas de la OTAN para Kosovo) para discutir medidas de seguridad adicionales. Cabe recordar que Serbia no reconoce la independencia de Kosovo, declarada en 2008, lo que añade una capa de complejidad a las relaciones entre ambos países.
La comunidad internacional no ha tardado en reaccionar. Los embajadores de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos en Kosovo han condenado enérgicamente el ataque. Aivo Orav, jefe de la misión diplomática de la UE en Kosovo, expresó su preocupación en un comunicado, instando a una investigación detallada para esclarecer los hechos.
Este incidente se suma a una larga lista de desencuentros entre Kosovo y Serbia, que han mantenido una relación tensa desde hace más de dos décadas. La explosión no solo representa un desafío logístico para Kosovo, sino que también pone a prueba la estabilidad política en la región.
Mientras tanto, los ciudadanos kosovares enfrentan la incertidumbre de cuándo se restablecerán los servicios básicos. Las autoridades locales trabajan contrarreloj para reparar los daños y garantizar el suministro de agua y electricidad lo antes posible.