El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) anunció este domingo la retirada de todos sus combatientes de Turquía, marcando un hito en el proceso de paz iniciado con Ankara el pasado febrero. El líder del grupo, Abdullah Öcalan, encarcelado desde 1999, había instado previamente a la disolución de la organización tras cuatro décadas de enfrentamientos.
«Estamos implementando la retirada de todas nuestras fuerzas dentro de Turquía a la Zona de Defensa de Medya», señala el comunicado del PKK, refiriéndose a la región del norte de Irak donde mantiene sus bases históricas. La ceremonia de anuncio incluyó a una veintena de militantes cruzando simbólicamente la frontera con sus armas.
Sabri OK, del consejo ejecutivo de la Unión de las Comunidades de Kurdistán (KCK), indicó que la medida también aplica a miembros estacionados en áreas fronterizas de Irak. El PKK expresó su expectativa de que Ankara implemente «sin demora» reformas legales para reintegrar a los militantes en la sociedad turca y facilitar su participación en la vida política del país.
Aunque el anuncio tiene un fuerte valor simbólico —el PKK ya no posee fuerzas significativas en suelo turco—, refleja avances en un proceso de desarme mayormente desarrollado a puerta cerrada. En meses anteriores, la guerrilla realizó actos simbólicos como la quema de armas y un congreso para definir una hoja de ruta.
Por su parte, el gobierno turco ha constituido una comisión parlamentaria con representación de todos los partidos para avanzar en las negociaciones. El portavoz del partido gobernante, AKP, Ömer Çelik, calificó la retirada del PKK como un paso hacia una «Turquía libre de terrorismo», y destacó la necesidad de continuar con el proceso de desarme y disolución para asegurar los objetivos.
Fundado en 1978, el PKK ha pasado de buscar la independencia kurda a exigir mayores derechos políticos y culturales dentro de Turquía. El conflicto ha dejado más de 40.000 víctimas entre militantes, fuerzas de seguridad y civiles.
Aunque el gobierno asegura que se trata únicamente de un desarme, se especula que Ankara podría permitir que militantes sin delitos graves regresen al país y participen en política. También se contempla la posible liberación de presos políticos de alto perfil y se mantiene la incógnita sobre el futuro de Öcalan, quien podría ser trasladado a arresto domiciliario o incluso a otro país.





