Ucrania vivió entre la noche del sábado y la mañana del domingo uno de los ataques más intensos desde el inicio de la guerra. Durante más de 12 horas, las fuerzas rusas lanzaron misiles Kalibr y Kinzhal, además de drones Shahed, contra Kiev, su región y Zaporiyia. El saldo: cuatro muertos, entre ellos una niña de 12 años, y más de 60 heridos en distintas localidades.
El bombardeo provocó daños en hospitales, edificios residenciales e instalaciones industriales. En Kiev, un bloque de cinco plantas quedó parcialmente destruido y se registraron incendios en el Instituto de Cardiología. Los servicios de emergencia contabilizaron impactos en al menos 16 puntos de la capital, mientras que en otros 25 cayeron restos de drones abatidos.
“Este ataque demuestra cuál es la verdadera posición de Rusia ante el mundo”, denunció el presidente Volodímir Zelenski, subrayando la coincidencia con la clausura de la Asamblea General de la ONU. Ucrania afirma haber neutralizado 611 de los 643 misiles y drones lanzados.
Reacción en Polonia
El ataque tuvo también consecuencias inmediatas en el país vecino. La fuerza aérea polaca desplegó cazas y cerró temporalmente el espacio aéreo en torno a las ciudades de Lublin y Rzeszow tras detectar la actividad de la aviación rusa. Varsovia calificó la medida de preventiva, destinada a garantizar la seguridad de la población.
El Gobierno polaco denunció una vez más la violación de su espacio aéreo, que en las últimas semanas se ha repetido con la entrada de drones rusos. El ministro de Exteriores, Radosław Sikorski, advirtió que Polonia considera estas incursiones como “provocaciones deliberadas” y reiteró que cualquier objeto que atraviese la frontera será derribado.
Escalada en el flanco oriental de la OTAN
La Alianza Atlántica mantiene activa la operación Centinela del Este, destinada a reforzar la defensa aérea en su frontera oriental. Varios países aliados participan en estas tareas de vigilancia y disuasión, mientras gana fuerza la propuesta de crear un “escudo de drones” para responder a las crecientes amenazas.
Los analistas coinciden en que Moscú no solo busca desgastar a Ucrania, sino también poner a prueba la determinación de la OTAN. Para Varsovia, la guerra ya no se limita a su vecino, sino que representa un desafío directo a la seguridad de Europa del Este.