El primer ministro británico, Keir Starmer, abrió la Conferencia Anual del Partido Laborista en Liverpool con un discurso en el que dejó claro quién es su verdadero rival político: no los conservadores, sino Nigel Farage y las fuerzas populistas, tanto de derechas como de izquierdas.
“¿Cuándo ha sido la última vez que visteis a Nigel Farage decir algo positivo sobre el futuro? No le gusta Reino Unido. No cree en Reino Unido”, afirmó Starmer, apelando al patriotismo y al orgullo nacional británico como eje de su ataque. El líder laborista acusó a Farage de querer “convertir a este orgulloso país en una nación de víctimas” mediante su discurso centrado en la inmigración.
El giro estratégico supone elevar a Reform UK, el partido fundado por el ideólogo del Brexit, a la categoría de principal adversario, dejando en un segundo plano a los conservadores, cuya propia conferencia arranca en los próximos días. El movimiento busca aglutinar al electorado progresista frente a un enemigo común, en un momento en que las encuestas sitúan a Farage en una posición de fuerza e incluso con opciones de mayoría parlamentaria en unas elecciones anticipadas.
El mensaje de Starmer, sin embargo, no se limitó a la derecha. También apuntó contra formaciones emergentes a la izquierda del laborismo, como los Verdes de Zack Polanski —a quienes tildó de “ecopopulistas”— y el recién creado Your Party de los exlaboristas Jeremy Corbyn y Zarah Sultana.
Pese a la retórica de confrontación, la conferencia laborista reflejó un giro más hacia el centro político. Rachel Reeves, ministra de Finanzas, reafirmó la política de consolidación fiscal con recortes y subidas de impuestos, mientras que Shabana Mahmood, ministra de Interior, endureció el discurso migratorio con promesas de “proteger las fronteras” con firmeza.
El laborismo de Starmer sigue sin encontrar un repunte claro de popularidad tras 15 meses en el poder, aunque el primer ministro confía en que el desgaste interno de sus críticos y la amenaza de los populismos refuercen su liderazgo en un panorama político británico cada vez más fragmentado.