La Comisión de Cultura del Congreso rechazó la propuesta de Vox que buscaba “defender los usos y costumbres del pueblo español frente a prácticas culturales foráneas”, en referencia a la Fiesta del Cordero, que se celebra en Ceuta sin incidentes.
PP, PSOE y Sumar votaron en contra de la iniciativa, que fue calificada por la Comisión como una medida que “contraviene la libertad religiosa y de culto” y constituye una “muestra de islamofobia y racismo”.
Durante el debate, el diputado de Vox Joaquín Robles defendió la propuesta alegando que España “es una nación forjada sobre los fundamentos de la filosofía griega, el derecho romano y la civilización cristiana”, por lo que “ritos y celebraciones importadas” como la Fiesta del Cordero serían “contrarias a los usos y costumbres españoles y a la ley de bienestar animal”.
Robles argumentó además que aceptar “ritos ajenos e incluso contradictorios con nuestro ordenamiento jurídico” era absurdo y que la importación de festividades extranjeras podría “convertir nuestra sociedad en bárbara”. Sin embargo, su iniciativa fue rechazada por unanimidad, con los grupos parlamentarios recordando que la Constitución garantiza la libertad religiosa y señalando la relevancia histórica de la presencia musulmana en España y su influencia cultural.
El diputado del PSOE Marc Lamuà criticó la propuesta de Vox por “confundir cultura con nostalgia” y la calificó de “grotesca”, comparando su lógica con prohibir Halloween, expulsar a Papá Noel de los centros comerciales o vetar la música brasileña en los carnavales.
En la misma sesión, la Comisión también rechazó la propuesta del PP para que el Gobierno apoyara la inclusión de la Tauromaquia en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. La diputada popular Soledad Cruz defendió la tauromaquia como “signo de identidad colectiva” y patrimonio cultural compartido con Portugal, Iberoamérica y el sur de Francia.
El PSOE se opuso argumentando que el PP buscaba convertir la cultura en un “campo de batalla política” y que, en cualquier caso, no existía candidatura oficial ni expediente en curso para la inclusión en la lista de la UNESCO, por lo que pidió “dejar de enredar” y considerar la cultura como un bien común, no un instrumento político.








