Una buena renovación del aire en casa en los días fríos no solo es clave para evitar moho o mala calidad del aire, sino también para no disparar la factura de la calefacción.
Cuando las temperaturas bajan y la calefacción pasa a ser compañera habitual, ventilar una habitación puede parecer una tarea menor o que se aplaza. Sin embargo, mantener el aire renovado no solo es esencial para la salud —evita la acumulación de humedad, condensaciones y la proliferación de moho—, sino que también influye directamente en el consumo energético.
Los expertos coinciden en que en invierno lo ideal es abrir completamente las ventanas durante 5-10 minutos, dos o tres veces al día. Una ventilación corta y eficiente renueva el aire sin dejar que la calefacción pierda de modo prolongado su efecto. Abrir la ventana “un poco” durante media hora —un error muy común— enfría las paredes, los muebles y la estructura de la habitación, y después la calefacción requiere más tiempo y energía para devolver el espacio a una temperatura confortable.
La técnica recomendada es sencilla:
- Abrir la ventana por completo, no en modo abatible.
- Hacer ventilación cruzada, si es posible, creando una corriente de aire.
- Mantener el radiador o el sistema de calefacción apagados mientras se ventila.
- No superar los 10 minutos de ventilación para limitar la pérdida de calor.
Con esta práctica, la pérdida de calor es mínima y la recuperación térmica mucho más rápida que si se ventila mal o por mucho tiempo. De hecho, dejar la calefacción encendida mientras entra aire frío puede incrementar el gasto anual hasta un 10 %, según estimaciones de instituciones energéticas.
Para quienes buscan ahorrar aún más y mantener el confort, hay varios consejos adicionales a tener en cuenta:
- Mantener la humedad relativa entre el 40 % y el 60 %: niveles más altos favorecen el moho, y niveles más bajos resecan el ambiente.
- Evitar secar la ropa en el interior: genera mucha humedad y obliga a ventilar más a menudo.
- Hacer duchas cortas y usar el extractor: el baño es una fuente importante de vapor de agua.
- Cocinar con la tapa puesta: ayuda a reducir hasta un 30 % de humedad en el ambiente de la cocina.
- Mejorar aislamiento y optar por ventanas eficientes: una vivienda bien aislada pierde menos calor al ventilar.
En definitiva, ventilar en invierno de forma correcta es una combinación de salud, confort y ahorro. Con pocos minutos al día, una técnica adecuada y ajustes sencillos, se puede mantener una vivienda sana, cálida y con un consumo moderado.








