El ascenso sostenido de Vox en las encuestas ha forzado al Partido Popular a replantear su estrategia de cara al ciclo autonómico que comenzará en diciembre en Extremadura y continuará en 2026 en Castilla y León, Andalucía y, previsiblemente, Aragón. En Génova admiten ya que la táctica aplicada en anteriores campañas —principalmente la de ignorar a Vox— ha dejado de ser efectiva ante el crecimiento del partido de Santiago Abascal. “Ya no podemos ignorarlos en las autonomías; hay que hablar directamente a su votante y presentar un marco duro”, reconocen fuentes populares.
Feijóo asume que su principal rival no es el PSOE, sino Vox
Pese a que los sondeos proyectan victorias claras del PP en las comunidades donde se celebrarán elecciones, la dirección nacional es consciente de que la gobernabilidad dependerá de la aritmética con Vox. La paradoja que manejan en el entorno de Alberto Núñez Feijóo es que el mayor obstáculo para consolidarse en las autonomías no es La Moncloa ni Pedro Sánchez, sino el empuje del partido de Abascal, cuyo objetivo declarado es “sustituir” al PP.
La situación genera, además, un efecto doble: cuanto más se refuerza Vox, más se dificulta que el PP obtenga mayorías sólidas, y al mismo tiempo, la formación de Abascal actúa como aliado involuntario del PSOE para impedir que Feijóo se imponga territorialmente.
Extremadura, Castilla y León y Andalucía, en el punto crítico
En Extremadura, la candidata popular María Guardiola parte como favorita, pero en el partido reconocen que resultará complicado frenar el avance de Vox, incluso si el PSOE llega debilitado y la formación verde aún no tiene candidato definido.
En Andalucía, la situación también se ha tensionado. La mayoría absoluta de Juanma Moreno se considera ahora “muy difícil de reeditar”, no por el impulso socialista —que se erosiona—, sino porque Vox podría condicionar de forma decisiva la investidura. A esto se suma el impacto del caso destapado por la UCO en la Diputación de Almería, que ha salpicado al PP almeriense y podría penalizar electoralmente al presidente andaluz.
Fuentes populares reconocen que esta provincia podría ser determinante: sin mayoría absoluta, Vox “pondría un precio muy alto” para apoyar un nuevo Gobierno de Moreno, quizá hasta un punto “inasumible”.
Una batalla por el voto del malestar
El auge de Vox se entiende en el PP como parte de un fenómeno más amplio: el voto del malestar y del temor a la pérdida de bienestar material y del estilo de vida, conceptos en los que ya han profundizado politólogos como Giuliano da Empoli o Dominique Reynié. El desgaste por los casos de corrupción, la crisis de la vivienda, la amnistía, la inflación y un clima político polarizado han alimentado la búsqueda de respuestas duras por parte de un electorado crispado.
En este escenario, PP y Vox librarán una batalla decisiva durante los próximos siete meses, una pugna interna dentro de la derecha que ambos partidos afrontan con la certeza de que cada movimiento puede determinar el equilibrio de poder autonómico y, a medio plazo, el escenario nacional.










