Dos miembros de la Guardia Nacional resultaron gravemente heridos este miércoles tras un tiroteo registrado a pocos metros de la Casa Blanca, en pleno centro de Washington D. C. El atacante, identificado como Rahmanullah Lakanwal, ciudadano afgano de 29 años, fue reducido y detenido en el lugar y permanece hospitalizado con pronóstico reservado. Las autoridades investigan todavía los motivos del ataque, que se produjo poco después de las 14:15 hora local.
Lakanwal llegó a Estados Unidos en 2021 mediante un programa de la administración Biden y obtuvo estatus de refugiado este año, bajo la presidencia de Donald Trump, según informó CNN. Los agentes hallaron en su poder un rifle, un detalle que ha reforzado la hipótesis de una acción premeditada. Testigos aseguraron que el sospechoso apareció inesperadamente, levantó el arma y abrió fuego contra los militares.
Pocas horas después del ataque, el presidente Donald Trump reaccionó con dureza desde Florida, donde se encuentra con motivo del Día de Acción de Gracias. Calificó al sospechoso como “un animal” y prometió que “pagará un precio muy alto”, al tiempo que alabó a la Guardia Nacional y aseguraba que su administración estaba con ellos “al cien por cien”. Más tarde, en un mensaje oficial, Trump atribuyó responsabilidad al gobierno de Biden por la entrada del atacante en el país y calificó el suceso como “un acto de terror”.
La retórica presidencial tuvo un efecto inmediato: el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos anunció la suspensión indefinida de las solicitudes de inmigración procedentes de Afganistán, a la espera de una revisión de los protocolos de seguridad.
El gobernador de Virginia Occidental, Patrick Morrisey, informó inicialmente del fallecimiento de los dos soldados heridos, aunque posteriormente rectificó ante la existencia de “información contradictoria” sobre su estado.
El director del FBI, Kash Patel, señaló que el ataque fue “flagrantemente dirigido” contra miembros de la Guardia Nacional, por lo que será tratado como un atentado contra agentes federales. Imágenes difundidas en redes mostraron al sospechoso inmovilizado junto a una marquesina dañada por los disparos. El Servicio Secreto aclaró que la Casa Blanca no parecía ser el objetivo del tirador.
El incidente es el más grave desde el polémico despliegue de la Guardia Nacional que Trump ordenó el pasado verano en la capital. Aunque ha habido tensiones y amenazas desde entonces, ninguna situación había escalado de manera similar. La semana pasada, una jueza federal ya había cuestionado la presencia prolongada de tropas en la ciudad, aunque su fallo quedó temporalmente suspendido.
Tras el tiroteo, el Departamento de Guerra anunció que 500 efectivos adicionales de la Guardia Nacional serán desplegados en Washington. El secretario Pete Hegseth calificó el ataque como “cobarde” y aseguró que solo reforzará la determinación del Gobierno de garantizar la seguridad en la capital.
Actualmente, más de 2.000 militares patrullan distintas zonas de Washington, una presencia que ha transformado el día a día de la ciudad y generado controversia política y social. Pese a que la criminalidad en la capital tiende a concentrarse en barrios alejados del centro, la administración Trump ha insistido en reforzar la seguridad alrededor de la Casa Blanca y sus alrededores, una de las prioridades del presidente desde 2016.
















