España ha experimentado este año una caída histórica en la llegada de migrantes por vía marítima y terrestre, con un descenso total del 40% respecto a 2024, la mayor reducción registrada desde 2019, cuando se contabilizó un 49% menos.
Según los datos actualizados hasta el 15 de diciembre, la tendencia a la baja se mantiene en casi todas las comunidades autónomas, ofreciendo cierto respiro a las autoridades canarias, que históricamente han sido uno de los principales puntos de entrada. Sin embargo, Baleares se ha convertido en la excepción, registrando un aumento del 27% en las llegadas.
Este patrón refleja las rutas cambiantes que los migrantes eligen cada año en busca de escapar de situaciones de hambre, violencia o discriminación, modificando así la distribución de los flujos migratorios en el territorio español.
Expertos señalan que, aunque la disminución general representa un alivio temporal para los centros de acogida y la administración pública, el aumento en Baleares evidencia la necesidad de una estrategia migratoria flexible que se adapte a las fluctuaciones de las rutas de entrada.


















