La crisis que atraviesan Kiko Hernández y su marido, Fran Antón, en Melilla ha alcanzado un punto crítico. El conflicto en torno al cierre policial de su restaurante, un proyecto en el que habían invertido más de 500.000 euros, está derivando en consecuencias que ya afectan gravemente a la salud de ambos.
Fran Antón, convencido de ser víctima de una injusticia, inició hace dos días una huelga de hambre y decidió encadenarse a la puerta del local clausurado. Denuncia que el establecimiento estaba en regla, con todos los permisos vigentes, y que el precinto policial ha derrumbado en cuestión de horas el sueño empresarial que levantaron hace poco más de un año.
Mientras Antón continúa a la intemperie y sin ingerir alimento, la situación ha dado un giro aún más preocupante. Tal y como informaron este jueves en el programa No somos nadie (TEN), Kiko Hernández ha tenido que ser hospitalizado tras un día y medio secundando la huelga de hambre junto a su marido.
Deshidratación y una caída: el doble golpe a la salud del colaborador
El colaborador sufrió una caída durante la protesta, lo que obligó a su traslado al hospital. Una amiga de la pareja, enfermera, explicó en directo que la causa principal del deterioro de Kiko sería la fuerte deshidratación, agravada por la ausencia total de ingesta de agua en casi 48 horas.
“Se ha hecho daño al caerse y le van a hacer una placa para descartar lesiones. Pero lo más preocupante es que no están comiendo ni bebiendo nada”, detalló la sanitaria ante la audiencia del programa, visiblemente preocupada.
Un médico consultado por el espacio televisivo lanzó una advertencia contundente:
“Si siguen sin beber agua, pueden fallecer en tres o cinco días, dependiendo de su estado físico.”
El miedo se suma al desgaste físico: denuncian amenazas de muerte
La protesta, ya de por sí extrema, se ha visto agravada por un episodio que incrementa la tensión de forma dramática. Desde el hospital, Kiko Hernández relató que ha recibido amenazas de muerte.
“Me decía que me iban a mandar a un moro de la frontera a rajarme, que no lo contaría nunca. Temo por mí y por mi familia”, afirmó, dejando patente que la situación del matrimonio va mucho más allá del conflicto administrativo con su negocio.
Mientras tanto, Fran Antón continúa encadenado
A pesar de la hospitalización de su marido, Fran Antón permanece encadenado a las puertas del restaurante, sin ingerir alimento alguno. La emoción le quebró la voz al informar del estado de Kiko a los compañeros desde Madrid, quienes insisten en suplicarles que, al menos, beban agua.
El futuro de esta protesta —y sobre todo, la salud de la pareja— se encuentra ahora en un punto de máxima preocupación.
















