Madrid.– El Gobierno de Pedro Sánchez vivió este jueves uno de los días más oscuros de la legislatura. A la crisis política abierta por el rechazo del Congreso a la senda de estabilidad —primer paso indispensable para la aprobación de los Presupuestos— se sumó el golpe judicial más duro hasta la fecha para el Ejecutivo: la entrada en prisión incondicional del ex ministro de Transportes José Luis Ábalos y de su ex asesor Koldo García, ordenada por el juez del Tribunal Supremo Leopoldo Puente.
La detención del que fuera uno de los hombres más cercanos a Sánchez, su mano derecha en el partido y en el Gobierno, cayó como un jarro de agua fría en la cúpula socialista. “Es muy heavy. Se nos colaron dos manzanas podridas y las hicimos número 2”, reconocían, con visible desazón, fuentes del PSOE.
Una escena insólita: Sánchez reaparece entre bromas
La noticia se conoció poco antes de un acto público en el que no estaba prevista la presencia del presidente. Sin embargo, Sánchez decidió acudir a última hora a la firma del acuerdo para la mejora de las condiciones de los empleados públicos. Allí, en un intento de transmitir normalidad, bromeó con el presidente del CSIF, Miguel Borra, sobre el Black Friday.
La escena contrastaba con la gravedad del momento. Mientras las cámaras captaban risas y cordialidad, en paralelo la Fiscalía Anticorrupción pedía cárcel para el que durante años fue uno de los pilares del sanchismo.
La debilidad parlamentaria se agrava
El rechazo en el Congreso a la senda de estabilidad presupuestaria —con 178 votos en contra— evidenció que el Gobierno se encuentra sin mayorías sólidas y cada vez más aislado. La entrada en prisión de Ábalos, que mantiene el acta y no pierde formalmente su condición de diputado, complica aún más la aritmética parlamentaria.
Al no poder ejercer sus derechos políticos, el Ejecutivo pierde un voto que hasta ahora era seguro. La abstención de Junts ya no basta: los socialistas necesitan que la formación independentista vote a favor de todas las iniciativas clave, algo que los de Carles Puigdemont ya han descartado mientras mantienen su pulso con el PSOE.
“El escenario es de bloqueo total”, admiten fuentes parlamentarias. La sensación generalizada en los grupos es que la legislatura “se deshilacha”, pese a que oficialmente ninguno de los socios quiere aparecer como el primero en romper.
Moncloa insiste: habrá Presupuestos
A pesar del terremoto político y judicial, el equipo del presidente mantiene la intención de presentar los nuevos Presupuestos. “Nos hace daño no tenerlos, pero si los llevamos, socios y oposición tendrán que retratarse”, explican desde el entorno de Sánchez. La estrategia pasa por culpar al bloqueo opositor en caso de fracaso y convertir las cuentas en un eje de una posible precampaña.
De momento, el Gobierno volverá a someter la senda de estabilidad a una nueva votación dentro de quince días, aun sabiendo que volverá a ser rechazada salvo giro inesperado.
Ábalos, de mano derecha a enemigo interno
La entrada en prisión de Ábalos ha desencadenado indignación y un cierre total de filas en el Gobierno contra el exministro. “Merece todo mi desprecio”, señalaba una ministra. En Ferraz y en Moncloa hablan de “traición” absoluta.
El relato oficial marca distancias: Ábalos ya no es “el poderoso secretario de Organización” sino “un diputado del grupo mixto” y “palabra de imputado”. Las críticas arrecian especialmente después de que el exministro insinuara en una entrevista que investigar el caso de Air Europa podría afectar a la esposa del presidente, Begoña Gómez. “Ahí podemos llegar bien llegados”, dijo, tensando aún más la relación con el PSOE.
El golpe a la imagen del PSOE
La caída de Ábalos —sumada a la prisión de Cerdán meses atrás— consolida la percepción de una trama que habría llegado hasta las más altas estructuras del partido. “La etiqueta de corrupción ya la tenemos, por desgracia”, reconoce un dirigente socialista.
Otro miembro destacado de la organización admite que el daño no es solo judicial ni político, sino moral: “Ataca un pilar nuestro, que era la lucha contra la corrupción”.
Incluso voces internas cuestionan la capacidad de Sánchez para seleccionar a sus colaboradores: “La acumulación seguida de cuernos de dos parejas tiene que hacerle dudar de a qué gente elige y cómo”, resume un veterano conocedor de la dirección socialista.
Un jueves negro que deja heridas abiertas
Entre el desmoronamiento parlamentario y el escándalo del exministro, el Gobierno vive uno de sus momentos más frágiles desde 2018. Aunque en Moncloa siguen repitiendo “tranquilidad”, la acumulación de crisis complica cada vez más el camino hacia el final natural de la legislatura en 2027.









