La Policía Nacional abortó en la noche de Halloween una acción vandálica meticulosamente planeada por un grupo de jóvenes grafiteros que había preparado durante semanas un ataque al metro de Madrid. La intervención denominada operación Monstruos, permitió detener a 19 integrantes de una ‘crew’ conocida por actuar cada 31 de octubre camuflada bajo máscaras de terror.
El grupo, compuesto por una veintena de jóvenes, volvió a elegir la festividad de Halloween como cobertura perfecta para sus incursiones. Como ya hicieron en otras ocasiones —la más recordada, la de 2018 en la estación de Las Rosas, cuando bloquearon un tren e intoxicaron a agentes con pintura en polvo—, aprovecharon el clima de disfraces y aglomeraciones para intentar pasar desapercibidos.
Un ataque coordinado en la estación de Bambú
El escenario escogido este año fue la estación de Bambú, en la línea 1. Las cámaras de seguridad registraron su llegada: unos veinte individuos disfrazados accedieron al andén y pusieron en marcha un ataque milimétricamente preparado. Parte del grupo saltó a las vías para bloquear la salida del tren; otros comenzaron a cubrir los vagones con pintura a gran velocidad —cinco de los seis coches quedaron totalmente grafiteados— y un tercer equipo grababa la acción con cámaras GoPro.
En el argot del grafiti, este tipo de irrupciones se conoce como “Getting up!”, una suerte de desafío interno entre bandas donde prima la espectacularidad del acto y la capacidad de exhibirlo después. Cuanto mayor es la visibilidad del ataque, más prestigio obtienen dentro de ese ambiente clandestino. De ahí que desafiar al maquinista y actuar en presencia de pasajeros se considere para ellos un “trofeo”.
Intervención de la Brigada Móvil y resistencia violenta
La Brigada Móvil de la Policía Nacional llevaba días preparada ante posibles ataques coincidiendo con Halloween. Los agentes irrumpieron en el andén antes de que el grupo pudiera dispersarse, dando paso a una intervención complicada. Según fuentes policiales citadas por ABC, los jóvenes mostraron una resistencia especialmente violenta, intentando huir mientras continuaban grabándolo todo.
Finalmente, 19 personas fueron detenidas. Diez de ellas acumulaban antecedentes por delitos como daños, desórdenes públicos, resistencia o atentado contra la autoridad. Entre los arrestados se encontraba también un ciudadano francés y un peruano residente en Madrid, este último además investigado por recientes agresiones sexuales.
Los agentes incautaron aerosoles, cámaras deportivas y tarjetas microSD en las que el grupo almacenaba sus grabaciones. Las pesquisas apuntan a que su propósito no era realizar un único acto vandálico: pretendían encadenar intervenciones durante toda la madrugada, sumando imágenes para difundir en círculos de grafiteros.








