La madrugada del lunes estuvo marcada por una nueva oleada de ofensivas cruzadas entre Moscú y Kiev. Según fuentes oficiales rusas, Ucrania lanzó decenas de drones contra su territorio, lo que provocó la muerte de dos personas en la región de Moscú. Las defensas aéreas del Kremlin afirmaron haber derribado 84 de estos aparatos.
El ataque ucraniano se produjo horas después de uno de los bombardeos más devastadores registrados en lo que va de 2025. Durante el domingo, Rusia lanzó contra Ucrania casi 600 drones y 48 misiles, con Kiev como principal objetivo. La ofensiva dejó al menos cuatro muertos —incluida una niña de 12 años— y alrededor de 80 heridos, además de importantes daños en infraestructuras civiles.
Ante esta escalada, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, reiteró su llamamiento a la comunidad internacional para cortar los ingresos energéticos que financian la maquinaria bélica rusa. También recordó que su país necesita urgentemente más sistemas de defensa aérea. Ucrania ha recibido recientemente un sistema de misiles Patriot de Israel y espera la llegada de otros dos en otoño, aunque la disponibilidad global de este tipo de armamento es limitada, debido a la creciente preocupación de varios países por su propia seguridad.
Mientras tanto, Washington sigue resistiéndose a aplicar sanciones más duras contra Moscú. El presidente estadounidense, Donald Trump, no ha respondido de manera favorable a las presiones de Kiev para imponer restricciones más severas.
La intensificación de los ataques pone de nuevo en evidencia la fragilidad de las defensas aéreas ucranianas y el riesgo de que el conflicto se expanda más allá de sus fronteras.