Gracias a los avances en técnicas forenses y a la colaboración entre cuerpos policiales, la Guardia Civil ha logrado identificar a la víctima de un crimen ocurrido hace 34 años en Asturias. Se trata de una vecina de Avilés de 24 años que desapareció en 1990 y cuya identidad permanecía desconocida tras el homicidio conocido como el “crimen de Reyes” en 1991.
El caso se remonta al 6 de enero de 1991, cuando J.M.V.M. recogió a una joven haciendo autostop en Oviedo, la acuchilló durante un forcejeo y, posteriormente, enterró su cuerpo en cal viva en Barros, Langreo. Años después, el asesino confesó los hechos y fue condenado por homicidio, aunque nunca se supo quién era la víctima.
La investigación de la desaparición y del crimen se había llevado por separado: la Guardia Civil atendió la denuncia de desaparición, mientras que la Policía Nacional investigó el homicidio. Esta desconexión impidió en su momento relacionar ambos casos.
La clave para resolver el misterio fue la hija de la víctima, que en la actualidad tiene más de cuarenta años. En junio pasado, la Guardia Civil le tomó una muestra de ADN, lo que permitió cotejarla con los restos óseos encontrados en 1995, preservados en el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid. Los análisis confirmaron que se trataba de la joven desaparecida.
Por deseo expreso de la familia, las autoridades no han facilitado el nombre de la víctima, aunque confirman que ya ha sido identificada oficialmente. La resolución del caso también ha puesto fin a un expediente policial que llevaba más de tres décadas abierto.
Los avances tecnológicos y la revisión constante de archivos policiales permitieron que las piezas del caso encajaran. El cotejo entre un retrato robot publicado en 2007 y fotografías familiares ayudó a establecer la relación entre la desaparición y el homicidio, facilitando la colaboración entre la Guardia Civil y la Policía Nacional.
Según explican desde la Comandancia de Asturias, hace más de 30 años las técnicas forenses y la comunicación entre cuerpos policiales eran limitadas, lo que dificultó en su momento la resolución de ambos casos. “Hoy, gracias a la tecnología y la coordinación, hemos podido cerrar dos investigaciones que entonces habrían sido imposibles de resolver”, señalan.
El crimen de Reyes y la desaparición de la joven han quedado oficialmente esclarecidos, permitiendo a la familia, tras más de tres décadas de incertidumbre, obtener finalmente respuestas.








