La escasez de gasolina comienza a sentirse en varias regiones de Rusia después de los recientes bombardeos ucranianos sobre infraestructuras energéticas clave. Los daños sufridos por las refinerías han obligado a las autoridades a imponer restricciones en el repostaje de combustible, mientras el Kremlin se ve forzado a aumentar las importaciones para cubrir la demanda interna.
Según estimaciones del sector, cerca de una quinta parte de la capacidad de refinado del país se encuentra comprometida, lo que amenaza con agravar los problemas de suministro en los próximos meses. En algunas zonas, los conductores solo pueden repostar cantidades limitadas, y los precios comienzan a mostrar una tendencia al alza.
El Gobierno ruso ha asegurado que trabaja para estabilizar la situación mediante el incremento de las compras de carburante en el exterior y la redistribución del combustible disponible en las regiones más afectadas. Sin embargo, los analistas advierten que las interrupciones podrían prolongarse si continúan los ataques ucranianos sobre instalaciones energéticas.