El Ministerio de Transportes mantiene en el aire el futuro de estas tres vías clave en Castilla y León. La falta de una decisión sobre si pasarán a ser gratuitas, gestionadas por el Estado o por concesionarias genera incertidumbre entre municipios y usuarios.
El Ministerio de Transportes aún no ha tomado una decisión definitiva sobre el futuro modelo de gestión de las autopistas AP-6, AP-61 y AP-51, que afectan a varios tramos de carreteras en Castilla y León. Estas vías, actualmente bajo concesión, tienen previsto un cambio decisivo a partir de 2029, fecha en la que finalizan los contratos vigentes.
A pesar de la cercanía de esa fecha, el departamento competente aún no ha definido si asumirá su gestión directa, optará por un nuevo sistema concesional o establecerá fórmulas de gratuidad parcial o total. Esta falta de concreción ha generado preocupación entre autoridades locales, empresas y usuarios, que demandan certidumbre para planificar el futuro del transporte en la región.
Algunos municipios implicados consideran que una transferencia al Estado podría suponer una mejora tanto en la accesibilidad como en los costes para los ciudadanos, especialmente para aquellos que dependen de estos tramos para desplazarse a Madrid, León o Segovia. No obstante, otras voces alertan del impacto financiero que asumir esas autopistas podría tener en las arcas públicas, especialmente si se opta por su gratuidad.
Por su parte, las concesionarias actuales defienden que un nuevo modelo de gestión debe garantizar inversiones sostenibles para mantener la conservación y operación de las vías, sin descuidar la seguridad y los estándares de servicio. Además, consideran que un planteamiento basado únicamente en la gratuidad podría afectar la viabilidad financiera de las empresas implicadas.
El Ministerio asegura que está analizando diferentes escenarios y que cualquier decisión futura será sometida a análisis técnico-económicos rigurosos. También se contempla la participación de administraciones autonómicas, locales y otros organismos competentes, con el objetivo de encontrar un modelo equilibrado que combine sostenibilidad, accesibilidad y eficiencia.
Con el horizonte de 2029 acercándose, la región de Castilla y León espera noticias. La decisión final no solo marcará el coste del transporte por carretera, sino que también influirá en la conectividad, el desarrollo económico y la movilidad a largo plazo.






