La relación entre Vox y las organizaciones consideradas afines a su entorno vuelve a situarse en el centro de la polémica. En plena controversia por un presunto desvío de fondos procedentes de donaciones para la DANA, la asociación juvenil Revuelta se ha convertido en el principal foco de tensión entre el partido liderado por Santiago Abascal y los colectivos que orbitan a su alrededor.
Desde la dirección de Vox insisten en marcar distancias con Revuelta y con otras plataformas como Asoma, Plataforma 711 o Españabola, negando una relación orgánica directa. Sin embargo, la maraña de vínculos personales, familiares y políticos dificulta sostener esa separación de forma nítida.
El caso más paradigmático es el de Jaime Hernández Zúñiga, conocido como El Pelos, actual líder de Revuelta. Aunque desde el entorno de Abascal se minimiza su cercanía con la cúpula del partido, la hemeroteca y los lazos familiares cuentan otra historia. Su hermana, Úrsula Hernández Zúñiga, es candidata de Vox por Coslada y está casada con Manuel Mariscal Zabala, diputado del partido en el Congreso por Toledo. Un parentesco que refuerza la percepción de vasos comunicantes entre el partido y la organización juvenil ahora cuestionada.
Las sospechas sobre cuentas opacas y el uso de fondos donados han agitado no solo a Vox, sino también al interior de Revuelta, donde se libra una dura batalla por el control de la organización. De un lado, el sector fiel a Hernández Zúñiga; del otro, una facción encabezada por jóvenes vinculados a otras plataformas afines al partido, que acusan al actual liderazgo de mala gestión y opacidad.
Entre estos últimos destacan nombres como Elsa Almeda, una de las caras visibles de Revuelta que ganó notoriedad por su activismo antiabortista, y Pau Ruiz González, vinculado a Españabola y antiguo asesor de Vox en Cataluña. Ambos representan un sector que, según los partidarios de Hernández Zúñiga, actuaría como brazo ejecutor del partido para hacerse con el control de la militancia juvenil.
El conflicto adquiere además un marcado carácter familiar. Varias sagas políticas y mediáticas conviven en este ecosistema, como el clan Ariza, ligado a Intereconomía y a los primeros pasos de Vox, o el caso de Sergio Garrudo, secretario de Plataforma 711 e hijo de Ricardo Garrudo, cofundador junto a Abascal de la Fundación Denaes.
En este contexto, Vox se enfrenta a un dilema complejo: mantener su discurso de ruptura con los “chiringuitos” del sistema mientras lidia con una red de afinidades personales y políticas que, lejos de disiparse, parece intensificarse en medio del escándalo. La pregunta ya no es si existe relación entre el partido y sus satélites, sino hasta qué punto puede seguir negándose sin que el relato se resquebraje.
















